¿Qué sería de nosotros sin relatos, sin historias que nos cuenten, que imaginen y reconstruyan el mundo?, ¿qué seríamos si no pudiésemos contarnos a nosotros mismos? Seguramente seríamos apenas cuerpos sin memoria, sin alma, cuerpos vacíos. ¿Hay algo más poderoso que el relato? Es una paradoja, pero cuanto más información nos rodea, más necesarias se hacen las buenas historias, esas que nos cuentan como nadie y con paciencia aquello que importa.