Hay historias que yacen bajo la sombra del olvido y otras intencionalmente silenciadas. ¿Cuál de las dos es ésta? Mauricio Hochschild, uno de los repudiados barones del estaño, hizo posible el refugio en Bolivia de miles de judíos que pudieron huir del Holocausto. ¿Por qué no se conoció esa historia mucho antes?, se pregunta Fabrizio, su nieto.
Este es el testimonio de Fabrizio Hochschild, nieto de Mauricio, leído a través de un video desde Nueva York, durante la presentación en La Paz del libro Escape a los Andes, de Robert Brockmann y Raúl Peñaranda. A través de mensajes recientes para esta nota en Rascacielos, Fabrizio aporta también las fotografías que publicamos y algunos pequeños detalles.
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Cuando mi abuelo murió en 1965, yo tenía apenas dos años. Por eso lo conocí a través de las historias que me contaron. Historias de mis padres, de mi querida tía Doty en Chile, de mi tío Lucho en Perú, de mi tía abuela, conocida como la ‘Amama’, esposa de Sali, el hermano de Mauricio [Hochschild], y de muchas otras personas que lo habían conocido en persona.
Las historias que me contaron de él eran sobre todo ilustraciones de su astucia como hombre de negocios y de su generosidad. Por ejemplo, una historia que me encantó de niño fue que siempre viajaba con un mago, un mago personal, para que éste pudiera entretener a los niños de sus interlocutores mientras ellos hacían negocios.
Escuché muchas anécdotas y leyendas sobre él. Una –que lamentablemente fue desmentida por el trabajo de investigación de los autores del libro que se presenta ahora, Escape a los Andes– fue que en 1944 escapó de Bolivia a pie por la frontera con Chile disfrazado de monja para que no lo pillaran. Como era un hombre enorme, un metro noventa y dos, y con un gran bigote, tengo que reconocer que era poco probable que se hiciera pasar, a sus sesenta años, por una novicia jovencita.
Una historia que me encantó de niño, fue que siempre viajaba con un mago, un mago personal, para que éste pudiera entretener a los niños de sus interlocutores mientras ellos hacían negocios.
Le inventaron asimismo leyendas negras sobre su maldad y avaricia. Leyendas que también afectaron la percepción que los bolivianos tenían de los otros “barones del estaño”: Simón Patiño y Carlos Víctor Aramayo.
Pero la caricatura que se construyó de mi abuelo era más nefasta porque él era el único de los tres que no venía de padres bolivianos. Esa mala fama también me afectó en una oportunidad. Sucedió a fines de los años setenta cuando, junto a unos primos chilenos, hice un viaje a las minas expropiadas en Bolivia. Allí, funcionarios de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL) me recomendaron usar otro apellido, preocupados porque la imagen que tenía Mauricio en los pueblos mineros podría provocar un acto de violencia contra su nieto que apenas tenía 16 años.
Es curioso pero Mauricio era, a su manera, víctima de la misma xenofobia que hoy estigmatiza a muchos de los que en este continente tienen la necesidad de huir de sus países por razones de violencia o de pobreza.
Gerardo, el hijo desheredado de Mauricio Hochschild
Lo que no era mala fama o leyenda, era la tensa relación de mi padre, Gerardo, con mi abuelo. Los recuerdos que tenía mi papá de mi abuelo no eran los mejores.
Mi padre, hijo único, era lo opuesto a su padre. Era artista, sensible y con un gusto por las cosas buenas de la vida. Fue ferozmente criticado por Mauricio terminó siendo desheredado. Pero mi papá, Gerardo, exculpó un poco a mi abuelo echando más la culpa de esta situación a su madrastra Germaine y a algunos de los colaboradores más cercanos de mi abuelo.
Si comparo lo que me dijeron cuando era niño o adolescente sobre mi abuelo con lo que se sabe hoy, me doy cuenta de que hay un abismo sorprendente.
Cuando yo era niño casi no me mencionaron que mi abuelo era judío, ni mucho menos que era un activista que había salvado la vida de miles de otros judíos. Incluso, en una biografía que apreció en el 2001 se dice mucho sobre su trabajo en la minería, pero no hay ninguna mención acerca de esta labor humanitaria.
¿Cómo es posible dejar algo tan heroico en la oscuridad?
La verdad es que los efectos del Holocausto no terminaron con la liberación en Europa de los campos de concentración por los Aliados en 1945. Las olas de este evento, que en crueldad humana tiene pocos precedentes, siguen afectando vidas hasta hoy.
“(…) mis orígenes paternos fueron escondidos de mí y de mis hermanos. Mi mamá me contó que lo hicieron intencionalmente debido al antisemitismo que se mantenía muy fuerte entre las élites europeas y latinoamericanas después de la Segunda Guerra mundial. Sólo mucho tiempo después, a mis 50 años, pude descubrir los detalles de mis orígenes judíos”.
En algunos casos, incluso las mismas víctimas hicieron lo posible por alejarse de sus orígenes. Eso también pasó en mi familia como en muchas otras. Así, por parte de mi mamá vengo de una familia escocesa. Mientras que aprendí mucho sobre la familia de ella, mis orígenes paternos nos fueron escondidos a mí y a mis hermanos. Mi mamá me contó que lo hicieron intencionalmente debido al antisemitismo que se mantenía muy fuerte entre las élites europeas y latinoamericanas después de la Segunda Guerra mundial. Sólo mucho tiempo después, a mis 50 años, pude descubrir los detalles de mis orígenes judíos.
Al menos ocho generaciones de los Hochschild nacieron en el pequeño pueblo de Biblis cerca de Frankfurt en Alemania. Ahí cerca hay un cementerio escondido en un lugar llamado Alsbach, en donde reposan mis ancestros, incluyendo el papá de Mauricio, mi bisabuelo Ludwig o Louis.
Esta familia, como tantas otras de origen judío, después de vivir al menos cuatro siglos en el mismo lugar, hoy en día se encuentra dispersa en cuatro continentes. A estas alturas, la gran mayoría son católicos y pocos hablan alemán. Muchos han logrado echar raíces fuertes en países nuevos y han contribuido al desarrollo económico, social y cultural de los países que los han adoptado: Chile, Perú, Inglaterra, Estados Unidos y Sud África. Parte de lo que le permitió a la generación post-Segunda Guerra mundial, la de mis abuelos, facilitar el crecimiento de estas raíces muy lejos del país de sus ancestros, fue la negación o el achicamiento de sus raíces judías alemanas. Ser judío no era bien visto.
Creo que Mauricio mismo fue cómplice al esconder su trabajo solidario con otros judíos. Para muchos de sus socios internacionales era mejor que mi abuelo fuera conocido como un gran hombre de negocios, en vez de ser visto como benefactor de judíos.
Eso explica, en algo, cómo es posible que la historia del trabajo extraordinario que hizo Mauricio para salvar a los judíos europeos solamente saliera a la luz en 2015, después de la gran labor del archivista y sindicalista de la COMIBOL, Edgar Ramírez, quien lamentablemente falleció de COVID.
[NdE. Cartas y otros documentos que dan cuenta del traslado de judíos a Bolivia gracias a Hochschild fueron encontrados en el Sistema de Archivo Histórico de la COMIBOL, labor impulsada por Edgar Ramírez, secretario ejecutivo de la Central Obrera Boliviana y ejecutivo de la central minera, quien empujó la creación de esta institución desde 1999 y que concluyó con la inauguración del moderno edificio del archivo minero el año 2008 en la ciudad de El Alto, La Paz].
Creo que Mauricio mismo fue cómplice al esconder su trabajo solidario con otros judíos. Para muchos de sus socios internacionales era mejor que mi abuelo fuera conocido como un gran hombre de negocios, en vez de ser visto como benefactor de judíos.
Hoy en Europa y en Estados Unidos hay un resurgimiento del antisemitismo. Por eso el libro de Raúl Peñaranda y Robert Brockmann, Escape a los Andes, es muy importante en la actualidad. Nos muestra lo que puede hacer un hombre por un pueblo perseguido cuando los países más poderosos del mundo responden con mezquindad o rechazo.
Y hay al menos otras tres razones que quiero destacar del porqué, para mí, éste es un libro importante.
La primera es la amplitud y profundidad de la investigación que hay detrás. Esa investigación reconstruye conversaciones que tuvieron lugar en cárceles, en la oscuridad de casas escondidas en La Paz, y otras que se llevaron a cabo en un sótano del gueto en Varsovia, Polonia. Esta investigación nos presenta las discusiones que tenían altos representantes de los Aliados en 1938, en Evian, sobre qué hacer con el flujo de refugiados judíos. Las investigaciones pasan por una docena de países y cubren más de un siglo.
La segunda razón por la que creo que es un gran libro es porque cuenta una historia de tremenda complejidad, de manera entretenida y sin simplificarla.
Es la historia de mi abuelo. Pero mucho más allá, es la historia de cómo los judíos fueron abandonados largamente al Holocausto por países mucho más grandes, mientras un país pobre y aislado les ayudó. Como dice la canción de Jorge Drexler citada en el libro:
“Todos decían que no
Cuando dijo que sí Bolivia”
[https://www.youtube.com/watch?v=TXdkW1SY17c]
Como los autores señalan, hubo varias oportunidades de abrir las puertas a quienes si no salían de Alemania con certeza encontrarían una muerte atroz. Y la gran mayoría de países no abrieron sus puertas más allá de un par de centímetros.
En nuestro tiempo de polarización, de estigmatización y de odios, la tercera razón quizás sea la más importante.
Los hombres y mujeres que figuran en esta historia no están pintados de negro o de blanco. Se les ve en todos sus colores y en toda su complejidad; con todas sus contradicciones, como seres humanos con la grandeza y las falencias que nos caracterizan.
Mauricio, mi abuelo, era un gran capitalista en su época, con todo lo bueno y malo que eso implica. Él creó la base de un imperio minero que, desde su comienzo, hace unos 115 años hasta hoy en sus diferentes ramas, ha dado empleo a cientos de miles de personas.
Son muchos los cuentos acerca de la generosidad de Mauricio con ajenos. Pero no fue generoso ni con su tiempo ni con su amor, con su propio hijo, mi padre.
Salvó a diez mil judíos de los nazis. Al mismo tiempo, quiso que lo que se recordara de él no fuera su trabajo humanitario, que tiene pocos paralelos, sino su éxito como hombre de negocios en donde sí hay varios otros como él.
Él nació en Biblis, el pueblo de sus ancestros, en una casa grande pero no lujosa con todo los Hochschilds de entonces a su alrededor. Poco más de ochenta años después, murió solo en un hotel de lujo en Paris. Lo que pasó en medio de esos años es la historia del siglo veinte con todas sus atrocidades, sus grandes hazañas y su heroísmo.
Nueva York, 19 de marzo de 2023
Porque no se conocio esa generosidad antes? donde estan esos mas de 10.000 judios a quienes ayudo que no lo reconocieron en vida? , etc. de acuerdo a otras publicaciones que leí, Hochschild fundo una escuela en La Paz para todos los hijos de los judios que llegaban a Bolivia.
Hay tantas preguntas que responder, esperamos que su biografia se conozca en su totalidad y se le haga reconocimiento aun que post morten.
Gracias, me gusta la historia reciente, mis abuelos llegaron de España en 1900, a Quien, prov.Inquisivi, La Paz, tengo documentación original de ese tiempo. Espero entregar a uno de los escritores para que no se pierda. ¿Podrían darle mi dirección al sr. Brockman por favor?