“Si no vamos a crecer en pareja como doña Inés Córdova y don Gil Imaná, entonces no quiero nada”. He aquí los romances apasionados de una restauradora, con grandes personajes de la historia del arte boliviano. Entre ellos, Armando Alba y su legado para Potosí y el patrimonio cultural boliviano.
Dicen que los tiempos de Dios son perfectos, por tanto, presumo que el tiempo humano es imperfecto por oposición. Y si nuestros tiempos son imperfectos, ¿qué es lo que hace que todo funcione relativamente bien y puntual?
El tiempo, aunque imperfecto es vital, es aire. Además, el amor solo existe cuando los tiempos de un sujeto se logran engranar con los de otro, y se transforman en un reloj suizo que funciona “casi” a la perfección. Sin tiempo, el amor no existe.
Por eso creo que yo no voy a poder tener un amor en esta vida, porque mis tiempos se engranan con los tiempos de personas muertas.
No tengo ninguna parafilia, sino que me enamoran las biografías de los grandes personajes de nuestra historia, y eso me crea ciertos estándares para el amor, del tipo: “Si no vamos a crecer en pareja como doña Inés Córdova y don Gil Imaná, entonces no quiero nada, no quiero nada menos de lo que fue esa historia de amor”.
He tenido muchos amores y romances con grandes personajes de nuestra historia del arte; tengo pasiones y obsesiones persistentes con Cecilio Guzmán de Rojas, por ejemplo.
Mi amor por él se hizo más profundo en 2017 cuando restauré una de sus obras, un lienzo inmenso de 4 metros de alto. Yo, súper camote, leía a la par todas las biografías suyas habidas y por haber, buscaba sus cuadros, investigaba sus pasos por el mundo de la restauración. Fui su fan enamorada.
Algo similar me pasó con el papito, rey, campeón, Miguel Alandia Pantoja. Me hice un solo corazón con él y con su lucha, intenté descifrarlo en su obra, teoricé sobre su vida, busqué sus murales y sus obras de caballete y él se reveló ante mí. Seguro que cuando me toque intervenir una de sus piezas lo tendré que hacer con un desfibrilador al lado, porque me va a dar un paro cardíaco de la emoción.
Así deben ser los amores de la juventud, romances con artistas revolucionarios. Pero una crece, necesita otras cosas, y la madurez me dijo: “Debes buscarte un nuevo amor, que sea todo un caballero, que tenga una profesión sin problemas de dinero, que sea amigo de tus amigos y simpatice con tus padres…” (Plays Tranzas in the distance).
Y llegó a mi vida Armando Alba Zambrana, el mejor gestor cultural y el más top que ha tenido Bolivia en el siglo XX ¿Cómo no enamorarse de un hombre así?
Que no lo conoces dices, no te preocupes, yo aquí te cuento todo lo que necesitas saber sobre él para que tú también lo ames con locura.
En Potosí, Bolivia, un 9 de febrero de 1901 se escucharon por primera vez los tiernos llantos de quien en el futuro sería el hijo predilecto de la ciudad. Ese día nacía Armando, el bendecido por las estrellas y la luz de la mañana.
El alba acompañó su nombre y todas sus ideas, pues siempre, en todo lo que hizo, fue la primera luz que iluminaba el sendero en medio de la oscuridad.
Hasta ahora, cuando conozco gente aun pienso: “si no vas a ser tan sorprendente como el Cecilio, entonces no quiero nada”.
A él le debemos ser el precursor de muchos proyectos culturales trascendentes para la historia de nuestro país, como la fundación del colectivo de literatos “Gesta Bárbara” o la creación del Museo Casa Nacional de Moneda.
Así es, este museo potosino tan imponente y famoso en el mundo entero es producto de la luminosa cabeza de mi Armando. En 1925 comenzó el sueño de transformar la antigua Casa de la Moneda en un museo; así fue que con paciencia de restaurador y pies de plomo, empezó la búsqueda de los tesoros potosinos. Recolectó y salvó cuadros, entre ellos la colección de lienzos de Melchor Pérez de Holguín, además de minerales, documentos, piezas arqueológicas, fósiles, las grandes máquinas laminadoras, entre muchos otros bienes culturales.
Para 1931 empezó a trabajar con Cecilio Guzmán de Rojas en la catalogación de las obras halladas y ese mismo año, en presencia del presidente Hernán Siles, se inaugura el museo con una muestra pictórica.
Y si rescatar y exhibir el cuadro de la Virgen Cerro no te parece lo suficientemente atractivo, es porque no sabes que Armando también era periodista, editor y fundador del periódico “Nuevo Tiempo”. Él también abrió escuelas para las wawas de los mineros con desayuno escolar, materiales y uniformes gratis. Era un diputado que escribía poesía y que se enroló de manera voluntaria para ir a la guerra del Chaco, ¿se puede ser más perfecto?
Claro que sí se puede, porque después de que sobrevivió en el frente de batalla, regresó y le metió con todo a su plan de restaurar y salvar la Casa de la Moneda con un proyecto que duró 34 años. Pero en el ínterin, también dirigió el Comité del Cuarto Centenario de Potosí y salvó varios inmuebles patrimoniales, entre ellos la torre de la compañía de Jesús y el colegio Pichincha. Fue presidente de la Sociedad Geográfica y de Historia de Potosí y fundador de la “Editorial Potosí” donde llegó a publicar 87 títulos para difundir la historia y la cultura de Bolivia.
Y podría llenar páginas enteras con todos sus logros, pero estos son los que más me enamoran y me hacen decir: “Sí no vamos a salvar patrimonio a diestra y siniestra, entonces no quiero nada”.
Armando dejó su cuerpo en 1974 pero dejó todo lo demás aquí: su lucha, su trabajo y sus sueños. Pero hay algo más, dejó algo muy valioso: su memoria, todo lo que hizo, pensó, presupuestó, planificó y ejecutó está dentro de su archivo personal, el cual fue rescatado del inmueble donde él vivió en Potosí.
Lo bueno es que tanta luminosidad pasó de una generación a otra. Daniel Oropeza Alba, el actual Secretario de Culturas de la alcaldía de Potosí nació bajo la misma estrella que Armando. Ellos no solo comparten vínculos sanguíneos, sino que comparten el mismo amor por la historia de Potosí.
Y en este presente, es precisamente esta pasión compartida la que lo impulsó a ponerse como meta recuperar la memoria de este patricio potosino, y no solo eso, sino que también va a trabajar por la conservación del patrimonio cultural de Potosí, tal como lo hizo su tío abuelo en el pasado.
Para esta gestión, la mencionada Secretaría de Culturas se ha planteado grandes y varias metas: aprobar un plan de manejo de sitios históricos con el fin de mantener la condición de Potosí como Patrimonio de la Humanidad, poner en marcha la primera unidad en toda Bolivia para la protección y el registro del Paisaje Cultural, rescatar la casa junto con el archivo y biblioteca de Armando Alba para crear un museo y un archivo más para la Villa Imperial, entre muchos otros proyectos.
¿Podemos experimentar un tiempo perfecto? En la circunstancia en la que estoy yo, me parece que sí, porque precisamente en el pico de mi romance patrimonial con Armando recibí la noticia de que seré yo quien realice la conservación de su archivo personal. Eso es perfecto.
Sostener entre mis manos (con guantes) los documentos que alguna vez estuvieron en sus manos y que fueron redactados con la claridad de sus ideas, será una fantasía, un premio de la vida, y es lo más cerca de la perfección que voy a estar.
Quizá nuestro tiempo sea imperfecto, pero cada vez que hay voluntad para salvar y preservar la historia y el patrimonio, ese instante se convierte en buena hora y sucede en el momento perfecto.
Buenas noches, sólo una puntualización, en el trabajo de Tatiana Suárez se menciona que el museo Casa de la Moneda se inauguró en la presidencia de Hernán Siles. En realidad el presidente era Hernando Siles.