Afuera, ¿guerra civil?, ¿dictadura?, ¿sucesión constitucional? A quién le importa. Ella ya no está, sólo una gata mimosa entre las piernas.
Son las cuatro de la mañana. Mitens maúlla hasta despertarme. ¿Qué quieres ahora? Tu bol estaba lleno de croquetas, me fijé antes de acostarme. Me mira dos segundos y reduce la frecuencia de sus maullidos, como si tratara de decirme que debo apresurarme en adivinar. ¿Entonces? Cambié tu arena ayer porque measte en mi ropa limpia. Achina sus ojos hermosos exigiendo una respuesta efectiva. Me tambaleo rumbo a la cocina. Se coloca al lado del grifo y se queda mirándome mientras el agua corre suavemente. ¿Qué? Ah, perdón, no te gusta que te mire mientras bebes. Lo que pasa es que es de madrugada y estoy cagando de frío por tu culpa. Mis berrinches de homínido inferior no le importan. Vuelvo al dormitorio pero el sueño me ha abandonado por completo. Pongo música en el celular.
Haz lo que quieras mientras puedas,
porque todo se está viniendo abajo.
Todo lo que siempre quise fuiste tú.
Todavía estoy un poco ebrio. No trabajo desde hace dos semanas. En las calles de La Paz hay enfrentamientos diarios, algunos barrios han armado vigilias ciudadanas para evitar saqueos. Me quedan algunas provisiones. Además, alcancé a comprar vino barato y cuatro kilos de comida para gato. Maldita sea. Afuera hay un huracán de violencia y yo aquí pensando en ella. En la primera vez que estuvimos a punto de separarnos luego de vivir juntos diez años. En la noche en que volví del trabajo para proponérselo. Una gata pequeña estaba en su regazo cuando la encontré. Blanca con manchas negras. “Se llama Mitens”. Sus ojos reflejaban amor agonizante. Duramos tres años más y todo se vino abajo. Demasiado alcohol por mi parte. La cama donde dormíamos ahora es solo para mí. Cuando hace frío, la gata insiste en dormir entre mis piernas.
Abrázame como si nunca hubieras perdido la paciencia,
dime que me quieres más de lo que me odias todo el tiempo.
Y que aún eres mía.
Antes de irse escuchaba una y otra vez Lost on You de LP. Le dije que me parecía una canción demasiado melancólica. Ella fumaba cerrando los ojos sin prestarme atención. Tal vez haya guerra civil. ¿Dictadura? ¿Sucesión constitucional? No me importa, solo quiero volver a la normalidad. Me siento en la cama y bebo varios vasos de Oporto. Empiezo a lagrimear sin darme cuenta y subo el volumen del celular. La gata se sube a mi regazo. Sus ojos son dos universos amarillos con contornos brillantes. La acaricio suavemente y le susurro.
Todas las cosas que he perdido en ti.
Cariño, ¿están perdidas en ti?