Si suecos, noruegos y finlandeses tienen un manual para enfrentar un ataque nuclear, cómo no tener los bolivianos un Manual de supervivencia si vamos saltando de crisis en crisis desde hace 200 años. Esta es una construcción colectiva con el aporte de 21 estrategas en esto de remar aun a contracorriente.
Nunca hemos dicho que Bolivia sea una taza de leche, se ha puesto metafórico el ministro de Economía Marcelo Montenegro para rechazar las críticas contra la gestión de gobierno. Chocolate por la noticia, dan ganas de responderle. Cierto que el futuro se pinta turbio y las causas están servidas en nuestras mesas cotidianas: encarecimiento de la vida, escasez de dólares/divisas, escasez de combustible, ausencia de empleos dignos, destrucción de bosques y vidas, malestar social, bloqueos de carreteras… ergo, escasez de combustible, ergo, encarecimiento de la vida, ergo, falta de empleo digno, ergo, destrucción de la naturaleza, ergo, malestar social, ergo, bloqueos por doquier… Lo que se dice, un círculo vicioso perfecto ciñendo un año que, por electoral, amenaza con ponerse más incierto todavía.
¿Qué hacer para no sucumbir?
“No desesperarse”, dice Jorge G., conductor de radiotaxi. “Al principio, cuando escuchaba que no había gasolina, me lanzaba a cualquier estación de servicio dispuesto a hacer filas por una hora o más. Ahora –ha aprendido–, lleno el tanque y sé que me va a durar para trabajar tres días; estoy atento para no quedar con menos de cuarto tanque y, si el combustible escasea, actúo con calma”.
Buen consejo. Como otro, el de las canastas, regalado por la dentista Karina Rocha. “No hay que tener una sola fuente de ingresos, sino distintas, porque si una se cierra, están las otras”. Ella, profesional independiente, aprendió, a raíz de un dolor crónico, que su trabajo podría no estar garantizado. Logró salir del trance, pero la lección, cuyo valor se puso a prueba durante la pandemia de Covid 19, ha quedado. Además de atender clientes en el consultorio de un colega, ella es promotora de una empresa internacional que vende colchones terapéuticos y alquila habitaciones de su casa. Y no se haría lío si tuviese que volver a ofrecer cosméticos por catálogo, como ya hizo cuando estudiaba. ¿Por qué no?
El colega de Karina es Víctor Hugo Saavedra. Él tiene también varias canastas, pues además de atender en el consultorio, da clases en dos centros de formación superior. Es cierto que “un dolor de muelas no puede ser ignorado, ésa es nuestra ventaja, pero en este último tiempo hay menos pacientes nuevos, creo que por la crisis económica y la mucha competencia”. Y si las cosas se pusieran más difíciles, pues “habrá que echar mano de los ahorros”.
No todos han podido ahorrar, sin embargo. Eusebia Torres, frutera desde los 12 años, a sus 68 y con osteoporosis avanzada, no renuncia a lo que sabe hacer –no puede darse el lujo de dejar de trabajar–, pero se adapta. “Ya no puedo cargar frutas, pesan demasiado, así que vendo tostados, pasankallas y así”. Lo importante, dice esta mujer que crió seis hijos prácticamente sola, “es no rendirse”.
Los consejos bien podrían formar parte de un Manual de supervivencia, que seguramente vamos a necesitar. Y si suecos, noruegos y finlandeses tienen uno para enfrentar un ataque nuclear, cómo no tener el propio los y las bolivianas que vamos saltando de crisis en crisis desde hace 200 años.
¡Manos a la obra!, nos dijimos. Y así ha surgido un manual, cuyo principal valor es su construcción colectiva, pero que a la vez respeta la voz individual. Entre las principales estrategias compartidas por gente particularmente del ámbito cultural sobresale, por la insistencia, la creación de redes de solidaridad, de acompañamiento, de trabajo conjunto. Suman luego distintas tácticas para evitar el consumo irreflexivo, para exprimir la creatividad, para cultivar el autocuidado y, también, para encomendarse a la poesía.
A manera de contexto
La desestructuración de nuestra precaria institucionalidad, el desprecio por la legalidad, la falta de respeto a la dignidad y un (cualquier) orden social nos ha llevado al imperio de la “ley de la selva”, en el que el noble ideal de una sociedad más igualitaria y satisfecha, ha perecido bajo el tropel de unas hordas de trepadores que, con un discurso redencionista y revanchista, han pretendido desaparecer y reescribir la historia, y se han cebado sobre los recursos de nuestro patrimonio natural, con la misma lógica de rapiña de todos quienes en el pasado les antecedieron. Alfonso Alem2025, el año del Bicentenario de la República y año de elecciones, es también un año en el que este modelo ha terminado de hacerse pedazos y desnudar todas las falacias discursivas sobre las que se erigió, dejándonos un país destartalado y muy mal equipado para resistir los embates de la reestructuración del orden mundial y regional en curso, tanto en el ámbito material como de las ideas. El mito “refundador” se ha maltratado, y la desconfianza y el hastío han debilitado al extremo la cohesión social indispensable para construirlo. Alfonso Alem
Principios fundamentales y estrategias
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Entretejer siempre y más
Establecer redes de solidaridad, no olvidarnos nunca que otros están muchas veces peor que nosotros y una mano siempre ayuda a la otra. Adalía Auzza
Armar una red solidaria de personas dispuestas a compartir desde sus saberes hasta platos y cucharas… para cocinar, bailar, reír y ¡vivir! Liliana de la Quintana
Hacer redes de trabajo y de afecto que te acompañen en el hacer y te den espacio para seguir soñando. Camilo Gil
Buscar aliados de alma. Cergio Prudencio
Practicar el cuidado colectivo. Lu An Méndez
Tener buenos amigos, que contienen, sostienen, apoyan, impulsan. Maju Ruiz
Organizar espacios con mis amigas para desahogarme y contar lo que me da miedo o cómo estoy viviendo la crisis. Lu An Méndez
Mantener y cuidar las redes de apoyo: llamar y escribir a los míos, darles una mano si lo necesitan porque yo también la recibo y valoro el tenernos. Cristina Wayar
Cobrar por nuestro trabajo no siempre en dinero, a veces es en “tornavuelta”, como lo llaman en los Cintis (de donde son mis abuelitos). Esta práctica nos hizo rebién: yo trabajo en tu espacio, ya sea cultural o casa, y cuando puedas vienes a trabajar a la mía (no siempre teatralmente, sino como albañiles o limpieza, etc.). Adalía Auzza
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Reconocer que las crisis son parte de la vida
Comprender que vivimos una crisis estructural mundial, que somos apenas un botón de muestra de una parte de esa crisis, pero todavía somos un país joven (en historia y población); así que mantener la esperanza de que lograremos salir adelante y empezar por mirar lo que podemos hacer desde el lugar en el que estamos, con conciencia de clase, principalmente. Gaba Claros
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Mantener una rutina o crear nuevas
Creatividad y ocurrencia. No sólo la creatividad artística, sino aquella que recorre todos los ámbitos de la vida y que viene muy bien acompañada con la ocurrencia. Cada vez que siento que estamos al borde del precipicio, en Bolivia emerge la creatividad de los rincones menos esperados y el precipicio se transforma en una pradera, y la angustia, la rabia o la desolación son matizadas por tantas frases, memes, gráficos, etc. muy ocurrentes (como las que surgieron después del supuesto golpe) que una termina riéndose de las propias penas y de esa risa va germinando la esperanza. Entonces: creatividad, ocurrencia y de yapa desobediencia con sentido crítico. Karmen Saavedra
Abortar el consumismo, porque siempre se puede vivir sin comprar mucho. Adalía Auzza
Tener una fuente de ingresos fijos, así sea pequeña, para cubrir los gastos urgentes. Y generar otras esporádicas o por proyectos que apoyen esa economía básica. Cristina Wayar
Imaginar proyectos (ojalá grupales) para generar recursos. Esperanza Téllez
Ver qué otras cosas más hacer para sostener lo construido. Adalía Auzza
Trabajar más, pues nos están pagando menos por lo que hacemos. Hacer incluso trabajo de hormiga. Erika Andia
Tener una lista clara de prioridades y comprobar que cada día hago algo de acuerdo a ellas. Para esto, llevar una agenda donde planifico y registro lo que voy haciendo. Cristina Wayar
Estrechar el filtro de mis necesidades económicas para quedarme con las básicas e imprescindibles. Esperanza Téllez
Regresar a los mercados y centros de abasto (muy a mi pesar por el contrabando, pero algo se ahorra). Patricia Cusicanqui
Reciclar. La gente se olvidó de esta práctica por la comodidad, el dinero en mano y porque se piensa que nunca se verá tan “bonito” como lo recién comprado. La mayoría de las veces parece ser verdad, porque cuesta más tiempo arreglar las cosas y si no tienes mucha habilidad pareciera imposible, pero esto nos salvó la vida… La casa que tenemos es casi un remiendo de cosas recicladas y restauradas, de otra forma no lo íbamos a lograr. Adalía Auzza
Reducir al mínimo el gasto en ciertos productos. Por ejemplo: volver al té y al café destilados (con lo que cuestan ahora los envasados, da para ahorrar). Patricia Cusicanqui
Salir siempre temprano de casa para usar sólo Pumakatari, minibus o trufis; no radiotaxis. Patricia Cusicanqui
No desesperarse. Jorge G.
Jugar pasanaku de cualquier monto, por mínimo que sea. Patricia Cusicanqui
Tener un presupuesto mensual y un registro semanal de gastos. Así invierto o gasto según lo más importante y/o esencial y llevo las riendas de mis finanzas, aún cuando sean pequeñas. Cristina Wayar
Evitar comer en la calle, salvo algún acontecimiento especial. Patricia Cusicanqui
Adaptarse. No rendirse. Eusebia Torres.
Ahorrar en el consumo de energía eléctrica y agua, evitando el desperdicio, luces encendidas innecesariamente y posibles fugas. Patricia Cusicanqui
Tener varias fuentes de ingresos o “canastas”; se vacía una, está abierta la otra. Karina Rocha
Diversificar aún más los oficios. ¿A qué más me dedico? ¿Ande está la plata? #versatilidad #adaptabilidá. José Antonio Prado
Aprovechar los buenos tiempos de trabajo para ahorrar. V. Hugo Saavedra.
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Enfocarse en lo importante
Mantener mis relaciones con mi familia, amigos/as, compañeros/as para alimentar mis afectos y tener tranquilo mi corazón. Esperanza Téllez
Me declaro en rebeldía y me rehuso a pasarla mal frente a los reveses. Si lo externo es violento, injusto o adverso, no le regalo encima mi alegría ni mi paz. Esas son mías y no las negocio. Cristina Wayar
No darme tregua para seguir analizando la situación política, económica, social y cultural. Esperanza Téllez
Muy importante: agradecer auténticamente por las pequeñas y grandes alegrías, por la oportunidad de estar experimentando la vida. Cristina Wayar
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Practicar el autocuidado
Crear estrategias para manejar la ansiedad de la incertidumbre, como descanso de noticias, de redes sociales digitales, no olvidarme de las cosas que me traen paz y calma. Lu An Méndez
Desterrar los noticieros, elegir lo que leo de noticias y solo lo mínimo necesario para estar informada y tomar alguna acción en caso de ser necesario. Gaba Claros
Sentirse feliz por lo que una hace. Adalía Auzza
Aprovechar inteligentemente los privilegios con los que todavía cuento. Eso es, en este momento, trabajo que me permite cubrir necesidades básicas. Aprovechar inteligentemente para mí es cuidar mi salud a diario (alimentación sin excesos, descanso, aprendizaje). Gaba Claros
Mantenerme lo más conectada y consciente posible con mis pensamientos y emociones, así no permito que el caos cotidiano me arrastre. Eso implica un momento de introspección diaria (meditación y escritura) y darme pausas de autocuidado. Cristina Wayar
Saber que las emociones nos juegan malas pasadas, que a veces entramos en crisis complicadas porque no siempre estás con todas las estrategias listas y de buen ánimo y que hay que remar duro. Adalía Auzza
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Crear, disfrutar
Superar el vértigo viviendo un día por vez.
Crear, crear y crear.
Amar lo que tengo en relaciones y bienes.
Crear, crear y crear.
Luchar, luchar y luchar por justicia.
Poner un café en una esquina.
Cocinar rico con lo que haya.
Volver a los 17 gracias a la vida. Cergio Prudencio
Hacer una nueva lista de lecturas centrales (libros físicos). Esperanza Téllez
Escuchar música siempre (para la Bolivia 2025 o para cualquier Bolivia). Maju Ruiz
Caminar y palpar siempre el corazón de la ciudad. Esperanza Téllez
VIAJAR. Esperanza Téllez
Armas públicas, armas personales
Para volver a encontrar el (un) rumbo, hace falta un tiempo, una paciencia y una claridad compartida que hoy no tenemos, por lo que habrá que ir acomodando las cargas en medio del galope y, como muchas veces en el pasado, esperar que el “vértigo” nos ayude a encontrar el camino de los “pactos” que -hasta hoy- han inviabilizado, con soberbia, los administradores de su propia debacle. Alfonso Alem
Una bandera, pero sólo una, la que nos une: la tricolor. Alejandro Loayza
La supervivencia colectiva demanda hoy una claridad y confianza en las reglas de juego que, sobreponiéndose al estado de anomia que hoy nos consume, debe imponer la sociedad y lo que queda de sus actores sociales y políticos reconocibles, permitiendo que expresiones renovadas y frescas emerjan y podamos empezar a reordenar el tablero, esta vez, con una base social mucho más amplia, y combatiendo el sectarismo y la polarización excluyente que no ha sabido encontrar en nuestra diversidad una fuente de virtud. Alfonso Alem
Una moneda de un boliviano, para verla y recordar todos los días que “La unión hace la fuerza”. Un boliviano solo quizá no hará mucho, pero varios bolivianos en la misma dirección, pueden hacer mucho. Alejandro Loayza
Solo un nuevo consenso social y político como el de hace 20 años podrá permitirnos reordenar la economía, precautelando los recursos naturales frente a la voracidad de las mafias corporativas y de los nuevos amos del mundo multipolar, devolviendo a la sociedad su vigor creativo, asegurando un marco legal más simple, justo y promotor del emprendedurismo productivo, y descorporativizando el poder político y la administración de la cosa pública. Alfonso Alem
Una semilla nativa amazónica, para recordar los millones de árboles que hemos perdido por incendios y no volver a permitirlo. Recordar que nuestra riqueza y nuestro futuro es la naturaleza. Alejandro Loayza
Es imperativo retomar el camino de la descentralización y autonomía de las regiones, los departamentos, los municipios y las entidades territoriales étnicas, añadiendo a los alcances de un “pacto fiscal” equilibrado, equitativo y sostenible”, la responsabilidad de la conservación del patrimonio natural y cultural que cada uno de ellos atesora. Alfonso Alem
Una semilla de café para recordar que tenemos productos increíbles en Bolivia y que consumirlos y comprarlos por encima de otros, ayuda a otro boliviano que la está luchando. (Aplica para productos culturales). Alejandro Loayza
Santa paciencia. Cristina Machicado
El libro Los Cuartos de Jaime Sáenz, como símbolo de nuestro arte, para recordarme y enorgullecerme, de nuestra, literatura, nuestra fotografía, nuestra música, nuestro cine, nuestro pensamiento, nuestra identidad y nuestras creaciones. Alejandro Loayza
Un fact checker portátil que funcione con su panel solar y tenga un bolsillito pa’los barbijos p’al humo y eventuales pandemias. José Antonio Prado
Un k’aj de singani para pasar los malos tragos, que seguro los habrá, pero serán igual que las nubes: pasajeros. Alejandro Loayza
Un baño urgente de sensatez y motivación para la gente que maneja culturas desde el Estado central y municipal. Cristina Machicado
Referenciando a Lynch: Gafas de sol, porque el futuro es brillante. Alejandro Loayza
Son coautores del Manual de supervivencia 2025:
Adalía Auzza, integrante de la aldea cultural ecológica Campo Lindo.
Alejandro Loayza, cineasta.
Alfonso Alem, ecoagricultor y emprendedor hotelero.
Camilo Gil, crítico de teatro.
Cergio Prudencio, compositor.
Cristina Wayar, educadora y artista.
Cristina Machicado, miembro de la Fundación Flavio Machicado.
Erika Andia, gestora del espacio teatral Casa Mágica.
Esperanza Téllez, educadora musical.
Eusebia Torres, vendedora del mercado Kollasuyo.
Karina Rocha, cirujana dentista.
Jorge G., radiotaxista.
Gaba Claros, gestora cultural.
José Antonio Prado, profesor de guitarra.
Karmen Saavedra, historiadora teatral.
Liliana de la Quintana, comunicadora, realizadora audiovisual y escritora .
Lu An Méndez, miembro de la Fundación Internet Bolivia.
Maju Ruiz, educadora, trabaja con personajes de la tercera edad.
Patricia Cusicanqui, periodista.
Raquel Romero, gestora del café cultural Wayruru.
Víctor Hugo Saavedra. Cirujano dentista y catedrático universitario.