Fotografía de Javier Álvarez
Los lentes a media hasta y, por encima de esa montura gruesa, unos ojos que miran con voluntad de radiólogo cual un Aureliano Buendía cualquiera, curioso hasta la médula, intentando escudriñar tu alma para ver qué maravillas más podría él desmenuzar y ponerlas al servicio del bien común. Carlos Hugo Molina Saucedo, cruceño, de profesión abogado y de vocación bolivianista, dedica su vida a gastar los zapatos recorriendo el país, sin pausa y sin prisa desde hace décadas, predicando la buena nueva de un país posible en medio de todos los imposibles: ¡Bolivia puede vivir el turismo! O ¡Un cafetal del tamaño de Bolivia! Y dale que dale con la tricolor.
Es raro encontrar de él una fotografía en la que aparezca solo; él es sobre todo un ser gregario, aunque sostiene la importancia del individuo –siempre virtuoso– como motor de la sociedad. Pareciera que Carlos Hugo cree que las cosas buenas se contagian y que ojalá todos fuésemos el virus de su bilirrubina. Y ese sentido gregario que en el oriente boliviano suele sumar parientes hasta el Génesis de los tiempos –los Molina, los Saucedo, los Barbery, los Rivero, los Suárez, los Áñez, los Vaca, los Gutiérrez, los Antelo, los Pinto, los Parada, y así– se extiende a esa costumbre suya de, ante el mínimo descuido, reunir a gente de las más variadas procedencias, periodistas, intelectuales, artistas, activistas, etc., en múltiples ágoras, ahora sobre todo virtuales, que azuza con el entusiasmo de quien dispone de un reloj infinito.
Carlos Hugo Molina ¿duerme? Tengo mis dudas, porque si no está de viaje está frente a la computadora o al teléfono móvil lanzando sus sesudas reflexiones y desafíos, y si no está haciendo nada de eso, está con su armónica en algún rinconcito de la noche cruceña, junto a su hijo, una guitarra o un piano, entibiando corazones ajenos.
Cuando alguna vez le dije que tendría que escribir sobre esos maravillosos viajes que hace todo el tiempo ida y vuelta a los 337 municipios de este país, me dijo que ya está, que sus breves o no tan breves posteos en sus redes escritos inmediatamente o incluso al mismo tiempo que recorre una localidad, son suficientes. Y es que Carlos Hugo es un hombre práctico y eficiente, la vida vuela y hay mucho por hacer. Quizás por eso mismo llega a todas partes con la camisa trajinada, ¡qué va! No por nada, este Aureliano es esa gota que horada la piedra y acaba moviendo montañas.

Carlos Hugo Molina Saucedo es un intelectual y político boliviano.