Daniel Mollericona
Un juguete que vuela en la imaginación infantil. Una potencial arma letal. Una nave para la huida. Un vuelo esperanzador. La historia personal y colectiva de El Alto se hilan en torno a octubre de 2003
I
El primer recuerdo que tengo de un helicóptero es de cuando tenía cinco años. Recuerdo que mi papá entró a nuestro cuartito de adobe con una bolsa en las manos. Era diciembre y se respiraba un ambiente festivo. Fue una alegría para el pequeño Danny recibir un autito. Mi primer regalo de Navidad: un guapo camioncito con un gran container rojo en la espalda. Pero eso no era todo. La sorpresa era que de la parte trasera del camión salía un helicóptero. Era totalmente emocionante verlo intentar despegar y rebotar en el tirante que lo ataba al remolque. A veces, me imaginada que volaba por nuestro pequeño cuarto, incluso alrededor de mi casita que cuelga en la ladera oeste que sube al Faro Murillo. Lo que sí, nunca despegó más que en mi imaginación.
II
El segundo recuerdo es de cuando tenía once años. Arriba del cuartito de adobe ya teníamos un nuevo cuarto y encima una terraza. La nueva construcción coqueteaba ese naranja intenso de los ladrillos ladereños con unas serpientes de cemento en las intersecciones. Era octubre y, en el ambiente gasificado de esos días, se respiraba incertidumbre, pena y miedo. Se escuchaban helicópteros que sobrevolaban de tanto en tanto el sector limítrofe entre La Paz y El Alto. Verlos era emocionante, sí, pero más por el miedo de recibir una bala. En la radio se hablaba de tanques y muertos, de helicópteros y heridos.
Gonzalo Sánchez de Lozada salió en helicóptero desde la casa presidencial un 17 de octubre. Después, tomó un avión hacia los Estados Unidos. Goni se fue pal norte, y las víctimas de octubre se quedaron en el sur. Copiándonos el dolor de Violeta podemos decir que también “en el medio quedó un abismo sin música ni luz”; pero este abismo es más profundo, un abismo de injusticia.
Se escuchaba que helicópteros sobrevolaban de tanto en tanto el sector limítrofe entre La Paz y El Alto. Verlos era emocionante, sí, pero más por el miedo de recibir una bala.
III
De mis 19 años tengo un tercer recuerdo con helicópteros. Esa vez no había adobe o ladrillo, al menos no a la vista. Yo estaba en el aeropuerto de Miami y era la primera vez que visitaba Estados Unidos. Era mayo, verano, y para mí el ambiente húmedo era similar al de un sauna de la Ceja. O tal vez un horno donde se hacía un salado queque sabor a mar. Saliendo del aeropuerto no sólo se escuchaban los aviones, sino también algunos helicópteros. A lo lejos, se los veía como pequeñas moscas. En los yunaites, en general, hay muchos helicópteros.
Gonzalo Sánchez de Lozada y Carlos Sánchez Berzaín, después de salir en un helicóptero de la casa presidencial, volaron a Key Biscane –muy cerca de Miami– en octubre de 2003. Desde entonces viven en los Estados Unidos. Después de las fuertes movilizaciones, de lo que ahora conocemos como Octubre Negro, seguro que fue relajante llegar al “estado del sol” [the sunshine state]. Florida tiene un clima cariñoso todo el año (el invierno es básicamente inexistente). La península tiene playas hermosas, sitios turísticos y, por qué no, una vibra de paraíso por su frondosidad. Por tal motivo, el explorador español Juan Ponce de León llamó a la península “Pascua Florida” apenas la encontró.
Pero claro, Florida tiene otras características interesantes. Por ejemplo, la llamada “ley antimigrante” que penaliza cuando se contrata a inmigrantes indocumentados, o la prohibición de discusiones sobre orientación sexual y género en las escuelas. Hay claramente un crecimiento de ideas de derecha y conservadurismo en este Estado. Muchos consideran a Florida un semillero de conspiraciones políticas para América Latina, ya que hay varios exiliados políticos de países como Cuba o Venezuela, pero también un gran bastión de la derecha latinoamericana. Muchas cosas pasan aquí. Un famoso meme conocido como Florida Man trata de mostrar una supuesta prevalencia de personas actuando de forma irracional o maniaca en el sunshine Florida. Algo que no podría negar o aceptar, pero sí se puede decir que en Florida pasan cosas interesantes, incluso para nosotros los bolivianos.
Quién diría que en una pequeña ciudad conocida como la “Venecia de [Norte] América”, Fort Lauderdale, hayamos encontrado lo que la [triste] justicia boliviana nunca nos dio: justicia. Pese a que hubo solicitudes de extradición de Goni para que enfrente un juicio de responsabilidades en territorio boliviano, no hubo ni hay resultados alentadores. Estamos en ese lugar conocido como vuélvase mañana hasta que se canse. En cambio, en la corte de Fort Lauderdale, el juez declaró como responsable por ejecuciones extrajudiciales al expresidente boliviano y a su ministro a partir de una demanda civil enmarcada en la Ley de Protección para las Víctimas de Tortura. Gonzalo Sánchez de Lozada y José Carlos Sánchez Berzaín tuvieron que aceptar el pago de indemnizaciones económicas a las víctimas.
Quién diría que en una pequeña ciudad conocida como la “Venecia de [Norte] América”, Fort Lauderdale, hayamos encontrado lo que la [triste] justicia boliviana nunca nos dio: justicia.
Después de casi una década de idas y vueltas legales, las mil y una declaraciones y apelaciones, se ha ganado. Esto es clave, tanto para generar una reparación integral para las víctimas bolivianas de Octubre Negro, como para que, en las páginas de impunidad con la que se escribe la historia boliviana, podamos leer también la palabra justicia.
Pero, tal vez podamos añadir que esta es una gran ganancia no sólo para Bolivia, sino para el mundo. Como dijo Thomas Becker, el abogado de las víctimas, en una entrevista que circuló por redes sociales digitales, “ningún líder va a matar a su gente y escapar a Gringolandia”. El antecedente de la victoria de estas víctimas nos enseña que, si bien los poderosos del mundo pueden escapar, no se pueden salir con la suya.
IV
Tengo 31 años ahora. Veinte años después de la masacre de octubre, un helicóptero despega de Florida. Nos lo prestó la Ley de Protección de Víctimas de la Tortura de Estados Unidos y entre los pilotos están Marlene, Arturo, Alex… y en total las casi 70 víctimas de ese octubre. Éste no es un helicóptero de guerra con música de Wagner de fondo, como en Apocalypse Now (1979). No hay un ra ta ta tan que va dejando muerte y destrucción. Tampoco es el helicóptero en el que fugaron Sánchez de Lozada y Sánchez Berzaín, ni siquiera es la metáfora de los banqueros de Friedman para combatir la recesión. Éste no distribuye violencia, impunidad o dinero. Este es un helicóptero de justicia, tanto para las víctimas del octubre como para todas las víctimas en el mundo. El helicóptero despegó y soy muy feliz de que no sea sólo en mi imaginación.