Una calle de Sacaba, en Cochabamba, salva del olvido a un personaje de la Guerra de la Independencia. Hay que viajar hasta poco antes de 1825 para encontrarse con aquel gigante pelirrojo.
1825, la bestia realista está herida de muerte; se perciben sus últimos estertores agónicos. Furiosamente embiste contra los autores de su tragedia.
El 11 de marzo de 1825, después de organizar las primeras tareas que requerirá el nuevo Estado, Antonio José de Sucre sale presuroso de La Paz rumbo a Oruro, lugar definido por Decreto del 9 de febrero de 1825, para que sesione la Asamblea de Diputados de los Pueblos del Alto Perú que decidirá el destino de estas tierras. (1). Pero, el camino de la emancipación española aún no está libre; el destino le depara todavía sorpresas, algunas nada gratas.
En la playa orureña de Curupaya, cerca de mediodía deambula un tipo imponente, alto, un ropero; de rato en rato se arrodilla, habla con la arena, como los apaches, rastrea algo.
No es hombre de estos lares, es choco, jovero, un choclo en erupción mostaza; un pelirrojo con las mejillas llenas de pecas y la piel extremadamente rojiza, de unos 40 años; es el escocés Santiago Eccles venido de las tierras de High Lander. No se percata de que un soldado realista lo observa desde el monte a golpe de vista. (1)
Abruptamente, las tripas le llaman, y se acomoda detrás un gran peñón a cumplir el llamado de la naturaleza; de pronto, el frio de una bayoneta calada le acaricia el trasero.
– Ahora, te haré deponer el alma– se oye una voz.
Que el enemigo pille al feroz escocés en semejante posición es devastador, una afrenta, la peor humillación.
– Tranquilo, ¿qué pasa? ¿Uno ni del cuerpo ya puede hacer. Soy de los vuestros, un oficial de artillería, llévame a tus jefes, los cuales, sin duda, te premiarán; valgo para ti más vivo que muerto.
El del fusil, desconcertado. Eccles agachado, todavía con los pantalones abajo aprovecha un descuido y se lanza a los pies del soldado, derribándolo como un muñeco; el gigantón lo agarra como ariete y estrella su cabeza contra el pedrón. Él sí sabe hacer evacuar el alma.
Como una veleta
La hoja de servicios del “Zanahoria”, apodo del escocés, marca el 2 de noviembre de 1819 como la fecha de ingreso a la guerrilla. Por su intrepidez y bravura es ascendido a capitán de artillería por el comandante general José Manuel Chinchilla. (2)
Como él hay cientos de europeos que pelean en uno y otro bando: la legión británica, escoceses, irlandeses, franceses, alemanes, hasta suizos. Algunos beneméritos de las guerras napoleónicas, y, por supuesto, indígenas en los dos ejércitos como carne de cañón.
Santiago Eccles observó siempre una conducta errátil como una veleta; cambia según la dirección del viento. Olfatea algo malo y endereza la proa.
Se levanta un día más patriota, menos realista; al siguiente, más realista, menos patriota; un paso a la izquierda, otro paso a la derecha, un pasito a la izquierda y termina entregándose en cuerpo y alma al ejército español. Es ahora un capitán del ejército del General Pedro Antonio de Olañeta, con una misión especial.
Sucre en la trampa
El mariscal José Antonio de Sucre llega a Oruro el 16 de marzo de 1825; ignora lo que se trama contra él.
El General Pedro Antonio de Olañeta ha perdido la chaveta, pelea contra el ejército libertador, contra sus reales autoridades, contra su propio ejército, contra sí mismo, obsesionado por plantar un reino independiente del reino de Castilla, exclusivo para él, solito para él; se acuartela en Potosí y no acepta mando de nadie, menos de los advenedizos colombianos.
El plan empieza a desarrollarse, Eccles solicita audiencia con el Prefecto de Oruro, Cnl. Ortega; pero por extraños motivos, es a quién le confiesa el plan de Olañeta y entrega como pruebas un polvo oscuro hecho de opio y arsénico que iba a ser mezclado en el chocolate espeso y cuatro cartas firmadas por el general realista dirigidas a algunos distinguidísimos caballeros para financiar el pago del trabajo. (2)
Sobre el procedimiento, el “Zanahoria” pretendía contar con el mozo que servía los alimentos a Sucre, comprado con una pepita de oro. Estupefacto, el prefecto comunica al Mariscal lo informado. (2)
Conducido ante Sucre, muerto de vergüenza y de no saber dónde poner su rostro se presenta como Pablo Eccles de origen suizo, ratificándose en el siniestro plan. Están en la mira “el Zambo” (Sucre) y el general José Miguel Lanza, comandante de la División de los Valles (integrada al ejército de Sucre)
Eccles canta a capela y a viva voz. Fue necesario darle una señora bofetada para callarlo, porque si no, seguiría hablando hasta el amanecer.
–Hubiese sido un envenenamiento en masa. Las chocolateras son todas igualitas, no se habría podido diferenciarlas–, afirma José María Rey de Castro, secretario personal de Sucre.
– Agentes andan por Cochabamba con el mismo propósito, ofreciendo la recompensa de 16.000 pesos al que lo ejecute–, remata Eccles.
Es extraño, pero la víctima, como con el síndrome de Estocolmo, enternecido como una madre, le escribe al autor intelectual del plan una carta preñada de reflexión; como del padre al hijo descarriado:
(…) Al llegar a esta Villa me he encontrado con una novedad. El capitán suizo Eccles ha presentado cuatro cartas de V.S. para don Francisco Ostria, don Miguel Zeballos, don Manuel Arguedas y don Hipólito Maldonado, todas escritas de letra de V.S. y rubricadas de su mano, ellas contienen unas libranzas para que estos sujetos den a Eccles ciertas cantidades de dinero para una comisión importante de que venía encargado. Eccles ha declarado que su comisión era para asesinarme y matar al general Lanza, y ha presentado el veneno que V.S. le dio para el efecto, que es una composición de opio y arsénico, añadiendo que otro agente de V.S. que anda por Cochabamba tiene la misma comisión con el premio de 16.000 pesos al que lo ejecute… Tal crimen no cabe sino en un corazón corrompido y malvado, y hablando sinceramente no había creído a V.S. capaz de él. (3)
Ante la confesión del conjurado, todos esperan que el Mariscal ordene su inmediato fusilamiento; pero no, sucede exactamente lo contrario. Magnánimo como siempre, perdona al escocés; éste es liberado y retribuido con dos sueldos por su colaboración. Faltó poco para que lo agarrara a besos.
Olañeta en Tumusla
El mundo se le vino encima al general Pedro Antonio; su brazo derecho, el general Carlos Medinacelli en Talima y Cotagaita, se da la vuelta y declara la independencia de Charcas y decide ir al encuentro de Olañeta para liquidarlo
Si S.S. entra en razón i rectifica su conducta ia no intentado resistir más a la emancipación de todos los partidos i provincias de Charcas, no habrá nada i no deberá temer Vd. pero si insiste en su desconocimiento de ayacucho i la libertad, traicionando aún a los liberadores i la Patria, prepárese Vd. para guerra definitiva. Con este motivo saludo a Vd. Atte. Carlos Medinaceli (4)
No fue un burdo motín en el que Olañeta fue ejecutado supuestamente por un sargento español por un lío de faldas, como dice la historia oficial. Hubo una gran batalla; su tropa fue destrozada por 4.000 hombres. Nunca se supo qué hizo su sobrino, el tal Casimiro Olañeta, con el dineral que recibió para financiar las armas.
La de Tumusla es la batalla clave, la última para liberar al Alto Perú (hoy Bolivia); puesto que las de Ayacucho y Junín se libraron en territorio del Bajo Perú. La épica de Tumusla del 1 de abril de 1825, en la que murieron cientos de combatientes, fue extrañamente ocultada (5). El general mordió el polvo de la derrota ante la gloriosa caballería de la nación Chichas. El 12 de julio de 1825 Olañeta había sido nombrado Virrey del Río de la Plata por el rey Fernando VII. Después de tres meses de su fallecimiento llegó el nombramiento de su majestad. Tarde marqués, “el contrabandista” (apodo del vizcaíno por sus grandes negocios de comercio en Potosí) ya era pasajero de Caronte.
El héroe de Ayacucho, fiel a su misión en el Alto Perú, deja atrás el cobarde complot contra su vida y prosigue su tarea de reunir a la Asamblea, que por diversas causas no se llevó a cabo en Oruro, sino en la ciudad de La Plata, hoy Sucre.
Evadiendo la danza de las sombras que intentan acabar con él, Sucre terminará finalmente emboscado y asesinado en la selva de Berruecos el 4 de junio de 1830 en el camino entre Popayln y Pasto cuando se dirigía al Ecuador. (6)
Es curioso, pero Santiago Eccles se subió con pasaje de reventa al tren de la historia; una calle en Sacaba (Cochabamba) lleva ese nombre. (7)
Referencias bibliográficas
(1) Vargas, José Santos (2016). Diario de un Comandante de la Guerra de la Independencia 1814-1825. 4ta Edición. Transcripción, introducción e índices de Gunnar Mendoza. Biblioteca del Bicentenario de Bolivia; pp. 89, 491.
(2) De Guzmán Rocha, Raúl, Niño (2021). Maten a Sucre en Oruro. Periódico La Patria. Sección Dominical. Oruro 02 mayo 2021. Recuperado de: https://impresa.lapatria.bo/noticia/ 1035 352/ maten-a-sucre-en-oruro
(3) De Sucre, Antonio José (1981). De mi propia mano. Carta de Sucre (copiador). Oruro 16 de marzo de 1825 al Señor General Don Pedro Antonio de Olañeta. p. 288. Registrado por la Gaceta del Gobierno del Perú, número 36 de 24 de abril de 1825. Archivo de Sucre, t. V, pp 317-318. Primera Edición. Fundación Biblioteca Ayacucho, Banco Central de Venezuela, Serie Bicentenaria. Recuperado de: https://miraflores tv.com.ve/ebooks/de-mi-propia-mano/en_linea.Ht ml#p=325
(4) Ortiz Linares, Julio (2005). Ortiz L. Julio: “El Perfecto equivalente del soldado cívico”, Potosí: GRATEC. Carta del Cnl. Carlos Medinacelli Lizarazu al Gral Pedro Antonio De Olañeta. Talina, enero 9 de 1825, p. 126,127. Documentos Históricos de la Independencia de Charcas-Bolivia. En Revista Aurora Chicheña del Gobierno Autónomo Municipal de Cotagaita. Año 1 – Nº 1 Cotagaita, 1º de abril de 2012, p. 6 y 7.
(5) Echeverría Villegas, Hugo (2012). Historia de la Última Batalla de Tumusla por la Independencia Nacional. Revista “Aurora Chicheña” Publicación Histórica, Cultural y Turística del Gobierno Autónomo Municipal de Cotagaita. Año 1 – Nº 1 Cotagaita, 1º de abril de 2012, p.3.
(6) Caballero M. (1996). Las Tres Muertes del Mariscal. En Insurgencia y Revolución. Antonio José de Sucre y la Independencia de los pueblos de América Universidad Internacional de Andalucía. Sede Iberoamericana. La Rabida. p.129. Recuperado de: https://dspace. unia.es/ bitstream/ han dle/10334/1517/06Caballero_.pdf
(7) Calle en Sacaba, Departamento de Cochabamba. Recuperado de: https://www.miregion.org/BO/Cochabamba/Chapare/MunicipioSaca ba/Barrio-Primavera/Streets/Calle-Santiago-Eccles/Educacion/.