¿Qué significa crear en Bolivia? ¿Y por qué crear una ópera, que suele ser elitista y poblada de mujeres que se matan o mueren por un hombre? Es que, hoy y aquí, otras historias son posibles y una de ellas es la de Matilde: En las ojeras de la noche.
Fotografía de el Festival Internacional Música para Respirar
La historia de Matilde: En las ojeras de la noche empieza el 2020, en el aislamiento de la pandemia y en el cuestionarnos como artistas qué significaba tocar un instrumento si nadie podía escuchar. Qué significaba crear si no podías salir de tu casa. Fueron estas preguntas las que nos llevaron a lanzar Música para Respirar 24/7, un proyecto que alcanzó a más de 15.000 personas en 50 países, con conciertos individuales y gratuitos online. Estos mini conciertos, que presentábamos y preparábamos en soledad, nos llevaron a indagar más sobre nuestras propias identidades, nuestras voces, nuestra cultura mestiza, a tocar instrumentos y música europea, pero siendo profundamente bolivianxs.
Fue buscando voces, melodías y repertorios para estos conciertos que encontramos un álbum de Matilde Casazola de 1976, Bolivia y su Folkore, y al escucharlo nos escuchamos, nos identificamos, nos encontramos.
Desde lejos como el viento
Traigo nombres de otras patrias
Pero busco en tu infinito las raíces de mi alma
Es ahí donde comienza nuestra obsesión por Matilde, la cantora, la poeta, la artista, la creadora; encontramos en ella una inspiración, un enigma, una respuesta y un camino a trazar y a seguir. Lo primero era que queríamos tocar su música, traer su obra a nuestro mundo sonoro, lo que sea que esto significara. Bruno, mi compañero de vida, de sueños y productor de la ópera, dijo que tenía que ser una ópera desde el momento cero, por el contenido dramático de la vida de Matilde. Yo siempre estuve reacia a la idea. Toco en un teatro de ópera y hay varios aspectos que me incomodan sobre esta, entre ellos su elitismo, su conservadorismo y, en especial, la falta de mujeres protagonistas que no se maten o mueran por un hombre al final.
En noviembre del 2021 contactamos a Cergio Prudencio para traducir musicalmente a Matilde (coincidentemente, a él también lo habíamos conocido a través de los conciertos virtuales). Él también estaba pensando en el formato de una ópera, de hecho, él mismo ya se encontraba pergueñando una sobre Juana Azurduy de Padilla. Por ello, imaginar una ópera sobre Matilde le pareció igualmente apremiante e imprescindible. Cergio y Matilde comparten una larga amistad y una admiración mutua inigualable. Yo continuaba reacia a la idea, quería algo más digerible, más popular, algo que todos quieran escuchar en Spotify.
La idea de “muchedumbre” de voces para crear el libreto es verdaderamente audaz, arriesgada, casi anárquica en el mundo de la ópera y de los propios escritores; una idea inconcebible en muchos contextos excepto tal vez en el mundo Matildiano.
Tuvimos que ir hasta Nueva York, en julio del 2022, y encontrarnos con Clive Chang, en la época Director de Innovación de Lincoln Center, para que finalmente me diera cuenta de que Matilde tenía que ser una ópera. Me convencieron dos puntos: uno pragmático, que iba ser más fácil de financiar (aún no sé si lo fue, al final); y el otro más profundo y misterioso, que Bolivia necesitaba una ópera y no podía ser otra que sobre Matilde y sobre todo lo que ella es y representa.
Esta ópera tenía que responder a nuestra inquietudes creativas, nuestros cuestionamientos internos como artistas bolivianxs y latinoamericanxs, la falta de representación de mujeres creadoras y voces bolivianas en el canon de la ópera. Todo esto tenía que ocurrir a través de una buena historia, porque la ópera es, al final de cuentas, un drama (o una comedia) cantada. En Magela Baudoin encontramos no sólo una eximia y experimentada narradora, sino una estudiosa de Matilde Casazola, cautivada e inmersa en su mundo a un nivel mucho más profundo que nosotros mismos. Esa resonancia de espíritus creativos se volvió más evidente cuando Magela propuso que armásemos una “muchedumbre” de voces femeninas para desarrollar el libreto, proponiéndonos a Ros Amils, Denisse Arancibia, Alba Balderrama, Adriana Lea Plaza y Paola Senseve. Era una idea verdaderamente audaz, arriesgada, casi anárquica en el mundo de la ópera y de los propios escritores, una idea inconcebible en muchos contextos excepto tal vez en el mundo Matildiano.
Esta ópera nos da la oportunidad de contribuir al legado artístico del país, de articular musicalmente una generación, una cultura, un grupo de personas, una y varias mujeres. Es un enorme placer presentar el resultado de esta búsqueda por nuestras voces, que acaba siendo la misma búsqueda de la Mati.