Crítica
El segundo premio del Concurso de Crítica Amateur de Teatro, convocado por el Festival Internacional de Teatro de Santa Cruz 2023 y la Revista Rascacielos, es para Lenny Angélica Parada (Mange). El jurado ha valorado la profundidad del análisis de la obra, lo que permite al lector la mejor comprensión del marco histórico y técnico de la puesta en escena.
Fotografías de Souza e Infantas
Medea es una tragedia clásica griega escrita por Eurípides en el siglo V a.C., adaptada y reinterpretada en diferentes contextos culturales a lo largo de la historia. Una de las versiones más interesantes y sorprendentes es la puesta en escena, en estilo bunraku, de la compañía chilena Magnífico Teatro exhibida en el XIII Festival de Teatro de Santa Cruz de la Sierra.
Cabe señalar que bunraku es un arte escénico japonés que combina la manipulación de marionetas de tamaño real con la actuación en vivo de un músico y una narradora. En este caso, los tres personajes principales de “Medea” (Medea, Jasón y Creonte) son representados por marionetas de madera articuladas por los titiriteros del elenco.
Y es que lo primero que llama la atención de esta versión de Medea —dirigida por Vicente Christian— es la belleza y precisión del movimiento de los títeres. Desde el inicio, cuando la nodriza hace su primera aparición, el espectador queda hipnotizado por la gracia y fluidez con que son manipulados estos personajes. Cada detalle… cada gesto mínimo de los brazos, de la cabeza y del rostro está cuidadosamente calculado para transmitir la expresión más adecuada.
Esta versión de Medea es una experiencia teatral única, que combina la tradición griega con la cultura japonesa de una manera sorprendente y emocionante. Una puesta en escena que cautiva y conmueve al espectador, demostrando que la creatividad y la innovación pueden enriquecer aún más las obras clásicas del teatro universal.
El trabajo de los titiriteros es también impresionante por la capacidad que tienen para transmitir la complejidad psicológica y moral de Medea, Jasón y Creonte. A pesar de que sus rostros están fijos en una sola expresión, los movimientos de sus ojos, boca y cuerpo, así como la entonación de las voces de la narradora Magdalena Fuentes —que, personalmente, me parece que hace un trabajo increíble— dan a entender el trasfondo emocional de cada personaje, y el conflicto que los une y los separa.
Otro punto relevante es la integración de la música. Los acordes de la guitarra crean una atmósfera sonora que refuerza la tensión dramática de la obra, junto a la narradora que relata los acontecimientos de la trama en un estilo japonés teatralizado y cantado, evocando las crónicas épicas de los samuráis. Por último, está la colorimetría de los atuendos: es un deleite la paleta de colores en los titiriteros y marionetas.
En definitiva, esta versión de Medea es una experiencia teatral única, que combina la tradición griega con la cultura japonesa de una manera sorprendente y emocionante. Una puesta en escena que cautiva y conmueve al espectador, demostrando que la creatividad y la innovación pueden enriquecer aún más las obras clásicas del teatro universal.