Escribir, ¿salva? La respuesta la tienen los lustracalzados que desde 2005 editan un periódico en La Paz para contar su vida, mirar su entorno, imaginar una sociedad mejor. Publicar se ha hecho difícil y por eso, por vez primera en 18 años, la continuidad es un dilema.
“Que los niños sepan que éste mi trabajo es digno”, resuelve Cristian, padre, lustracalzados y rapero. Hace varios años que es parte del periódico cultural El Hormigón Armado, un espacio de divulgación del sentir y las necesidades de los lustracalzados bolivianos, hombres y mujeres, con sede en la ciudad de La Paz.
Cristian, conocido como Pocho, cuenta que su historia apareció en la portada número 59 del Hormigón y que, gracias a colaboraciones de este periódico, pudo editar dos discos de Hip Hop/Reggae con su grupo llamado Esencia Lleca.
Así como él, 135 lustras forman parte del proyecto que ha publicado seis ediciones por año desde su lanzamiento en 2005.Hoy, El Hormigón Armado está en aprietos; no ha sido posible publicar el primer número de 2023 por problemas con el reciclaje de papel y la falta de publicidad, ya que sólo hay una empresa contratando publicidad, de las cinco que solían hacerlo.
El Hormigón funciona así: la coordinación está en manos de Juan Pablo Villalobos (director) y Magdalena Chambilla (trabajadora social). Ambos gestionan el contenido (testimonios, noticias, artículos y arte) que escriben los propios lustras o que tratan sobre estos trabajadores.
Una vez impresa la edición, en un tiraje de 5.000 ejemplares, se distribuye entre los lustracalzados que se comprometen a venderlos. Pagan un boliviano por cada ejemplar y salen a las calles a ofrecerlo en cinco bolivianos (0,70 centavos de dólar).
Al inicio, el periódico era entregado de forma gratuita a los lustracalzados vendedores, pero en 2014, los coordinadores decidieron cobrarles un boliviano para evitar el rasgo asistencialista, a decir de Magdalena Chambilla.
En el editorial del número 78 se afirma que “los lustracalzados no son sujetos de compasión, sino de desarrollo”. Y en esa línea, El Hormigón Armado, un proyecto con varios programas, entre ellos, el periódico, organiza, permanentemente, talleres de redacción para los lustracalzados, y otorga trabajos alternativos, como el de guía de turistas –el Hormigón Tours– que es único por la experiencia que un lustra es capaz de ofrecer a quien desea conocer una ciudad de manera distinta.
El proyecto se ha diversificado así con varios emprendimientos socio-productivos, entre los que destaca una pequeña fábrica de galletas. También se trabajan distintos productos, como calendarios fotográficos y estatuillas de madera.
Se imparten, asimismo, talleres de liderazgo, que se organizan en la Mesa Directiva del Hormigón, instancia en la que además se analizan oportunidades y se escuchan las demandas de los lustracalzados, material que luego se traduce en notas que salen en el periódico.
(…) el periódico, organiza, permanentemente, talleres de redacción para los lustracalzados, y otorga trabajos alternativos, como el de guía de turistas –el Hormigón Tours– que es único por la experiencia que un lustra es capaz de ofrecer a quien desea conocer una ciudad de manera distinta.
Palabras y otros
Algunos lustras escriben cuentos y canciones para el periódico. En el número 48 se lee a Pocho: “Ponte encima de mi vida, y verás la vida caída de los perros, de las calles”.
L.E.V.A., en el número 78, escribe: “Es duro sentirse solo y abandonado, no poder contar tu tristeza, las ganas de retroceder el tiempo. Vaya que esto es algo imposible…”.
Y M.A.S.M. pregunta y responde en el número 79: “¿Qué es la desesperación? Mucha ansiedad, frustración y algo de misterio, así la describo yo”.
El anonimato es su identidad, una respuesta a la discriminación. En La Paz, todos los lustracalzados trabajan con un gorro pasamontañas para no ser reconocidos. Pocho dice: “La capucha ya es mi forma”.
Para los lustras que son padres, esconder su rostro no sólo los protege a ellos, “sino a nuestros hijos”, según afirma M. Martínez. “Yo no me quejo de lo que Dios me ha dado, pero a mi hija sí le miento. Al salir de mi cuarto, agarro una carretilla y herramientas y le digo que trabajo en construcción. Si no, ¿qué le sabrán decir en el colegio?”.
El Hormigón Armado se ha constituido en un espacio de desahogo, pero también de expresión de ilusiones. “Algunas personas piensan que nos ocultamos detrás de una máscara. Al contrario, ahí es donde nos sentimos héroes. Salimos cada día a sacar brillo. Al ponernos el pasamontañas, vemos la vida de otra forma, somos iguales”, explica quien firma como J y J.
En las portadas de los números siguientes, en concordancia con lo dicho por J y J, se aprecia una ilustración de lustracalzados héroes y una señora de pollera que se está sacando el pasamontañas y luciendo un poncho que flamea como capa.
Yo no me quejo de lo que Dios me ha dado, pero a mi hija sí le miento. Al salir de mi cuarto, agarro una carretilla y herramientas y le digo que trabajo en construcción. Si no, ¿qué le sabrán decir en el colegio?”.
En la edición especial del periódico, en 2021, bajo el título de “Héroes del Brillo” se despliega visualmente la historia de un héroe lustracalzados que recorre la ciudad de El Alto y La Paz, con una capa roja y binoculares para vigilar el crimen. Esta edición fue ganadora del concurso de la Bienal Internacional de Fotografía Fotonoviembre, España, 2021. El autor, Federico Estol, hizo el trabajo junto a lustracalzados del periódico, a quienes convocó para talleres participativos de relato gráfico.
En cuanto al valor de las portadas, el director Villalobos elige la que considera la mejor. Es la del número 77, donde se observa a un lustrabotas con casco de astronauta y con el fondo oscuro. Para Chambilla, la trabajadora social, las mejores fueron las que logró la voluntaria italiana Sara Marzorati, quien fotografió a lustras y presentó el retrato con una breve biografía del protagonista.
Pero es imposible no mencionar la portada del número 73, que lleva la pintura de un niño lustracalzados con una caja de cartón que recuerda a un obsequio, con palomas que vuelan alrededor. Adentro se encuentra la cajita de lustrar transformada en un pequeño camión. El título de la portada es: “Si tan sólo fuera un juguete”.
El Hormigón Armado publica también artículos sobre distintos grupos vulnerables. Por ejemplo, Mariana Ríos Urquidi firma una nota sobre la vida del adulto mayor: “La vejez necesita ser resignificada”, sostiene. Y en ese sentido, la lustracalzados Elvira, con 58 años de oficio, cuenta que no ha dejado de salir a trabajar cada mañana: “Las nietas me atajan para que no salga, pero a mí me gusta lustrar y ser útil”. Esta mujer advierte sobre la preocupante situación de los lustracalzados que trabajan sin afiliación, es decir fuera de los sindicatos, pues éstos se encargan de apartarlos del centro de la ciudad y marginarlos.
Esto último lo confirma el lustracalzados no afiliado, Miguel Ángel Quiroga, quien se defiende a diario: “Cuando me quieren sacar de mi puesto, les digo: estoy trabajando, ¿o acaso quieren que robe?”.
La continuidad de la obra preocupa a los coordinadores. Quedan, asimismo, proyectos inconclusos por falta de presupuesto, como es el caso de la película El Hormigón Armado, que, revela el Director: “fue una gran ilusión de los chicos del Hormigón. Incluso, ya se tenía un guión generado por ellos mismos gracias a un taller”.
Las dificultades podrían, pues, obligar al cierre del periódico. De todas formas, Viillalobos espera que, en coincidencia con lo que piensa Pocho, los lustracalzados se reafirmen en la certeza de que su trabajo es digno y que la colectividad rinde mejor que el individuo.