¿Cuántas cosas tiene para contar la gente de teatro? Muchas, pero quizás menos que los espectadores. El lugar para compartir esas cosas puede ser la Escuela de Espectadores que acaba de ser relanzada en La Paz.
Hay de aquellos que ven obras de teatro desde los 70, 80 y nos cuentan maravillas de tiempos que jamás volverán. Salen nombres y nosotros injustamente no los reconocemos. ¿Cómo saldría pues don Raúl Salmón a hacer la venia cuando presentaba sus obras? ¿Cuánto costaría una entrada? ¿Cómo se llegaría al Municipal en esos tiempos?
La cosa es que hubo espectadores que vieron la llegada de Norma Merlo o de Marta Monzón a la ciudad de La Paz; hay de esos que coleccionan programas de mano. Hay de los privilegiados de aquellos que vieron el teatro y leyeron los artículos de Liber Forti. También hay de los noventeros que vieron a David Mondacca con Eureka o al gran Teatro de los Andes con La Iliada. ¡Cómo explicar tanto! Tiene mucho que escribir Mabel Franco, seguro una de las grandes espectadoras y amantes de teatro que tenemos en Bolivia. Tiene recuerdos, fotos, entrevistas, sabe cosas, cosas que no sabemos, que ignoramos. Tanto contó ya Andrés Canedo en su libro sobre la historia del teatro, tantas cosas habla el Conejo Beltrán del teatro rebelde de los ochenta… hay historias repartidas en los corazones de los espectadores. Lo cierto es que hay muchísimo que contar. Y si los artistas tienen que contar, también los espectadores.
Una escuela especial
El jueves 6 de abril en el teatro Doña Albina de la Fundación Patiño, en La Paz, se dio el relanzamiento de La Escuela de Espectadores liderada por Omar Rocha, pero acompañado ahora por dos asistentes asiduos e intensos al teatro: Camilo Gil y Fernanda Verdesoto. Lo hicieron provocándonos con la reposición de La Saga de los Vampiros de Javicho Soria y Luis Caballero. La obra ya tiene 18 años me contaron; estoy muy vieja, me dije pues no me acuerdo cuándo la vi. La vi dos veces y no me acordaba mucho, reí seguramente en el mismo momento, pero también me di cuenta de que como espectadora he vivido muchísimo, como para contar momentos como lo hacen ellos en su historia.
Recientemente, el Teatro Grito cumplió 25 años; estoy vieja, me dije, yo los vi nacer, yo iba a sus ensayos; de tanto estar me metieron a hacer luces. No sé cómo terminé allí. Pero con toda esa generación en la universidad vimos obras inmortales, y seguro cada uno tiene historias que contar como espectador. Cada quien con sus escenas o diálogos favoritos, cada quien con su actor o actriz amada, cada quien con su historia paralela, con un chisme, con el comentario o los entretelones.
Recientemente Camilo Gil me decía: los de mi generación no van al teatro. En silencio yo me decía que los de mi generación íbamos, era nuestro espacio para vernos, era una pasarela de gente que estaba sintonizada en muchas cosas: mismo concierto, misma obra, misma tertulia. Quizás nos hemos diversificado ahora, nuestras vidas nos han hecho un libreto distinto, y obviamente que muchos han tenido wawas, se han ido, tienen reuma y nuestra presencia también se ha reducido. Pero hay de los que resisten y ahí estamos como vampiros, diciéndonos hola en la puerta del teatro, riendo en el mismo lugar, acordándonos de cómo era esa obra, sintiendo a Caballero y Soria después de la pandemia, viéndola ya como historia y sin miedo.
¿Qué cosas diremos después a las siguientes generaciones?: En mis tiempos había Escuela de Espectadores, en mis tiempos había una obra de vampiros, ahí te llevé cuando tenías diez años, hijito.
Buenas Noches que artículo más lindo, cómo podríamos recibir cobertura para nuestros eventos? El 12 y 13 tenemos espectáculo en el Municipal y el 1ro de Abril tuvimos un sold out con Jesucristo Superstar en el Albina