Fotografía de Roberto Lanza Lobo
Cuando uno la mira, la escucha enseñar o la ve danzar, sabe que hay algo que la ha tomado por completo: la pasión por la danza. A su edad, eso no ha cambiado en absoluto. Llegó el año 1976. Y como pionera de la danza moderna en Bolivia, traducir su visión no fue fácil y hoy tampoco lo es, porque Melo es una mujer fuera de su tiempo, siempre lo ha sido y siempre lo será.
La pasión de esta gran maestra es un fuego que inspira. Ha enseñado a muchas generaciones a gozar plenamente de su cuerpo y del movimiento que lo atraviesa, lo conduce y guía hacia la más alta conexión que traduce su propia alma.
Hay en ella un enojo con los años, que deviene de una profunda comprensión de lo que verdaderamente se abre con la danza; un lenguaje supra intelectual que, al ser condicionado por la razón, ella lo reduce y lo convierte en un ave enjaulada.
Carmen Tomsich Cozzi es un alma de fuego. Conducida por su aguda intuición, mira al mundo y no lo comprende, ella ve más allá. Así ha creado más de cien obras de alta calidad técnica, estética, de abstracciones y simbolismos álgidos en contenido. En todas ellas nos abre un espacio en la escena para que sólo el movimiento sea capaz de saciar nuestra inmensa necesidad de libertad, de comunicarnos hasta arder. Gracias Melo, gracias por el fuego.

Carmen Tomsich Cozzi es un alma de fuego. Conducida por su aguda intuición, mira al mundo y no lo comprende, ella ve más allá.