Fotografía de Cecilia Fernández
Conocí a Elvira a sus tres años, en los primeros meses de mi trabajo antropológico en el ayllu de Qaqachaka, su Iugar de nacimiento, acompañada por el linguista Juan de Dios Yapita. Solíamos trabajar con Ia gente mayor sobre sus memorias de Ia historia y tradición oral. Pero un día, un grupo de niños liderado por Elvira vino para preguntarnos por qué siempre trabajábamos con los ancianos, puesto que ellos también “sabían cuentos”. Elvira comenzó a narrarnos cuentos que conocía e incluso sus cantos a su gato. Era una niña muy inteligente y su aymara era muy del Iugar. Presentamos su primer libro de cuentos, Ahora les voy a narrar, en un concurso en Ia Casa de las Américas, en Cuba, en 1994, donde ella ganó una mención y con mucho orgullo presentó el libro al entonces vicepresidente de Bolivia.
Las mujeres sabias de Qaqachaka también reconocieron las habilidades de Elvira, y Ia incluyeron en sus ritos como una forma de aprendizaje.
Cuando entró a Ia Escuela de Bellas Artes, en La Paz, vino a vivir con nosotros en Ia ciudad y a veces también en Londres y otros lugares. Y después de completar su educación formal, me ayudó a explorar algunos temas del ayllu tales como los textiles andinos, ya como colegas.
Desde entonces Elvira Espejo ha contribuido a Ia tradición oral y música de los Andes, y a Ia museología en general.
Elvira Espejo es tejedora, artista plástica y narradora de Ia cultura oral boliviana. Dirige el Museo Nonclonal de Etnografía y Folklore MUSEF.