Para la próxima visita del cantautor peruano a Bolivia, teatros grandes llenos de espectadores deben esperarlo. Su primera vez por estas tierras ha creado tanta sed como la que deja sospechar la cantante boliviana Tere Morales y la que seguramente siente ahora el cajonero Luis Daniel Iturralde.
-¿Cómo se dice, cajonero o cajonista?
-Cajonero… creo, don Kiri…
-Entonces, ¿por qué no les dicen violineros a los violinistas… o pianero, a los pianistas? ¡Jejejeje! No se preocupe, joven, son preguntas raras que a veces me hago. ¿Cómo es su nombre? Quiero agradecerle por apoyar este concierto y, a todos ustedes (hacia el público), muchas gracias por venir, pero queremos hacer sonido un ratito, para nivelar un poco el volumen… ¡Discúlpennos, por favor! Así conoció Luis Daniel Iturralde a Daniel “Kiri” Escobar… Claro, imagino que Luisda también pensaba: ¡Aquí, le decimos batero al baterista! ¡Jajajaja!
En el transcurso del concierto, el maestro iba llevando al percusionista por los ritmos afroperuanos de la mano de su guitarra, la que marcaba los compases tan claros que el cajón sólo acompañaba la cadencia, cada vez con más seguridad y, con los minutos, con más gusto. A medio concierto, el Kiri delegó a Luisda un solo, después del cual lo miró de reojo y dijo: jazzeadito, pero creo que ya te veo medio moreno, ¡te doy un 18/20! El cajonero, rojo y emocionado.
Las cadencias subieron su ritmo y los landós se volvieron zamacuecas y festejos. No había pulso que se resista a los golpes y redobles de Luisda, en los que el maestro lo dejó solear, cada vez con mayor solvencia. Con qué gusto se escuchaba la complicidad entre la guitarra, los contratiempos del cantar del Kiri y los marcados compases del cajón, ahora bien criollo, hasta que ya casi al cierre el maestro dijo: ¿Sabes? Ya no importa que recuerde tu nombre porque para mí tú eres el sambo Iturralde. Y listo… ¡Y les voy a contar a mis amigos que aquí, en La Paz, hay un sambo para tocar!
Así fue el paso del gran cantautor peruano por la ciudad de La Paz. Nosotros, humildes admiradores de su obra, nos rendimos ante la belleza de sus melodías, ante la gran destreza de su guitarra y ante la maravilla de la fusión de estilos en cada canción que nos cantó, siempre sobre la base de un ritmo criollo. En este momento, sólo puedo contarles lo que dijo Luisda al despedirse del Kiri: Qué increíblemente veloz clase de ritmos peruanos, don Kiri. Es una lección que no voy a… que no quiero olvidar; practicaré sus canciones para que cuando vuelva, hagamos un concierto más completo y en un teatro donde lo conozca más gente.
El compromiso está hecho… Sólo falta honrarlo pronto. ¡Así sea!