Trabajo, talento, disciplina, creatividad y claridad son cualidades de la película Utama. ¿Han caído acaso del cielo? ¿Hay alguna varita mágica que explique el suceso?
Fotografías de Ignacio Loayza
Se podría decir que Utama es una película de milagros.
Por ejemplo el milagro de una ficción que parece una realidad documental. El milagro de unos no actores que ofrecen la representación de su vida y de la vida.
Podríamos hablar también del milagro de poder pasar de algo tan chiquito, en un poblado mínimo de Potosí, a una cuestión universal y que a todos nos toca.
Podríamos hablar también del milagro de la madurez que demuestra Alejandro Loayza Grisi con éste su primer largo y que tiene una solvencia, un cuidado y un aplomo que se ven pocas veces, incluso en cineastas mucho más experimentados.
También se puede ver como “milagro” al respeto que se siente a lo largo de toda la película. Respeto por el tiempo, por el espectador y por sus no actores, en donde uno se enternece y sufre con ellos, sin el distanciamiento con el que solemos ver a indígenas y campesinos.
El único milagro que se puede llamar así es el del estatal Programa Intervenciones Urbanas, que destinó fondos para que se pudieran realizar todas las películas que tanto lucen a Bolivia este año.
Entre las muchas cosas buenas que tiene Utama está su gran solvencia técnica, que en el cine boliviano afortunadamente se viene volviendo más habitual, seguramente apoyada por otra especie de milagro regional, la coproducción. Ésta es una coproducción boliviana-uruguaya donde se logró otro milagro, quizás: poder contar con la excelente directora de foto Bárbara Álvarez, reconocida internacionalmente (y que el director, cuyo origen es precisamente la fotografía, suelte su pelota y permita que los grandes colaboradores que lo acompañan brinden lo mejor de sí).
Una excepción
Y así podríamos seguir enumerando milagros en Utama, porque tiene muchos.
Sólo que hablar de milagros elimina el trabajo, el talento, la disciplina, la creatividad y la claridad, justamente todo el conjunto de cualidades humanas que tan bien se manifiestan en Utama. Así que nada de milagros y mucho de preparación, talento y sensibilidad.
El único milagro que se puede llamar así, es el del estatal Programa Intervenciones Urbanas, que destinó fondos para que se pudieran realizar todas las películas que tanto lucen a Bolivia este año. Esperamos que este milagro se vuelva cotidiano, terrenal y previsible.