PERSONAJES
Daniela, ganadora del primer premio Goya para una directora de fotografía por la película española Las niñas, dedicó el estreno en Bolivia a su tío Nano. Él estalló en llanto, conmovido por el sentido de pertenencia de la joven a su familia, a su país. Fernando Cajías, el tío, escribe ahora no sólo de esa sobrina, sino también de Irene, ambas cineastas, como sus padres.
María Eugenia Muñoz, Mauge, y Francisco Cajías, Pancho, se conocieron en el colegio. Desde entonces fueron pareja. Se casaron y tuvieron tres hijos.
Diego, Daniela e Irene crecieron en la zona de Cota Cota, al sur de La Paz, en una casa con jardín donde respiraron la libertad que sus padres encarnaron en su vida y su trabajo. Un trabajo vinculado con la fotografía, el audiovisual, la literatura, la historia, las culturas indígenas.
Mauge y Pancho murieron demasiado pronto. Él en 2009 y ella poco tiempo después. Los hijos, que entonces iniciaban la vida universitaria, claro que echaron en falta a sus padres, pero asumieron sus vidas con independencia, tal cual les habían inculcado, así que estudiaron, consiguieron becas y volaron por el mundo.
Diego es fotógrafo, Daniela es directora de fotografía e Irene editora. Pero es de las niñas Cajías Muñoz que voy a hablar ahora, seguro de que sus dos padres deben estar orgullosos de sus hijas; de Daniela, la de cámara en mano, y de Irene, con la minuciosidad de las editoras.
Ambas recibieron su amor al cine, a las cámaras, de Mauge, considerada una de las diez mujeres cineastas bolivianas de la generación de los sesentas, y de Francisco, fotógrafo, poeta, cuentista, documentalista y maestro de indígenas de tierras altas y tierras bajas, que no pudo, por su muerte prematura y la falta de recursos, ver en la pantalla su versión de la muerte de Atahuallpa, o su cuento del Delfín de los Chipayas.
Daniela
Es indescriptible el orgullo que sintieron todos los componentes de nuestra numerosa familia cuando se anunció que Daniela se convirtió en la primera mujer, en los 35 años de historia de los premios Goya, en ganar el premio a la mejor dirección de fotografía por su trabajo en la película Las niñas, de Pilar Palomero, recientemente estrenada en nuestro país.
Ella forma parte de esa camada de jóvenes cineastas que andan cosechando triunfos en muchas partes del mundo. En unos casos la vocación y el talento son parte de la herencia que se recibe de los padres, en otros es una construcción propia. En Daniela se dieron los dos factores.
Daniela inició sus estudios de fotografía en Buenos Aires y se graduó en la especialidad de Dirección de Fotografía en la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de los Baños, Cuba.
Al regresar a Bolivia tras finalizar sus estudios, trabajó, desde 2008, con varios realizadores bolivianos de la generación emergente. Con Martín Boulock en Los viejos; con Germán Monje en Hospital Obrero, con Sergio Bastani en Amarillo, con Manino Villegas en Esperanza.
Su valiosa experiencia boliviana y su espíritu emprendedor la incorporaron a proyectos internacionales: También la lluvia de Iciar Bollaín; Blackthorn, de Mateo Gil, y Our Brand is Crisis de David Gordon Green.
Y llegaron los premios y con ello la consagración. El premio Mayahuela, a la mejor fotografía en el Festival Internacional de Guadalajara por la película brasileña As duas Irenes, de Fabio Meira. Además del Goya, recibió, por Las niñas, premios a la mejor fotografía en el Festival de Málaga y el Gaudí a la mejor dirección de fotografía. Estuvo disfrutando este año con la directora Carla Simón el Oso de Oro de Berlín 2022, por la película Alcarrás, en la que ella dirigió la fotografía.
Premios que no le han hecho perder su sonrisa de niña, la misma que solía ir con frecuencia a la Cinemateca Boliviana, la de la calle Pichincha, para absorber la magia de las películas.
Irene
Irene es la más tímida de los Cajías Muñoz, pero con la misma fuerza emprendedora. Se fue a trabajar a México y a Perú, países muy semejantes a Bolivia por la presencia indígena, por el mestizaje.
Su nombre destaca, desde la edición, en la laureada película peruana Wiñaypacha, la primera de ese país hablada totalmente en aymara y cuyo joven director Óscar Catacora falleció hace poco.
La labor de edición de Irene es parte también de documentales como Quinuera, sobre una comunidad dedicada al cultivo de la quinua y que se desarrolla en la comunidad de Villa Alota, del sur de Potosí, y Purú-Manú: latidos de la selva, en la Amazonia peruana. Y de películas de ficción, por ejemplo Sol piedra agua, dirigida por Diego Revollo y filmada entre Bolivia y Perú.
Uno de sus últimos trabajos se ha desarrollado en El visitante, película del cineasta cochabambino Martín Boulock que va a estrenarse en junio en el Festival de Tribeca de Estados Unidos.
Pancho y Mauge seguramente están felices compartiendo los triunfos de sus hijas, las que no se conformaron con la enseñanza recibida de ellos, de otros maestros y colegas bolivianos. Rompieron fronteras y pertenecen a una generación heroica de cineastas del país que, pese a enormes dificultades, están en las ligas mayores del cine hispanoamericano.
Maravilloso artículo! Fernando Cajías de los grandes de Bolivia.
Que hermoso relato y descripción que haces Nano de Mauge, Pancho y de sus hijos.
Indudablemente amerita y mucho hablar de las niñas Cajas Muñoz
Felicidades
. Muy lindo saber del éxito de las hijas de Mauge y Pancho.