El teatro callejero es urgente. Es el que le sale al paso a la gente y, cuando está
bien pensado, desarma al más encerrado -encuarentenado, se diría- y la artista
Mariana Requena, esta vez sentada entre el público, describe la experiencia
desencadenada por Carlo Mô, quien trajo su obra YouGur de plazas de
España al Fitaz.
Fotografías de Mar Bredow
Una mañana espectacular, el sol brillando fuerte y alto sobre nuestras cabezas, todos expectantes: la alegría y el vértigo de ver teatro de nuevo. La alegría de ver a la gente que va a ver teatro de nuevo, el público de siempre y nuevas caras también. Los niños, los adultos, la gente, los perros, el viento, la calle… es teatro callejero y todo puede pasar, todo es imprevisto.
Hay algunas cajas (todas blancas como la leche), más que acomodadas, diría que están desordenadas por el espacio. De repente, por detrás de nosotros llega un hombre cargando una plataforma de cajas en la espalda, pasa por entre el público y se abre paso sin decir una palabra, divide el mar de público justo al medio y llega a su lugar.
Qué acertado, FITAZ, después de tanto tiempo, después de la cuarentena en la que cada quien la pasó como pudo, la mayoría entre cuatro paredes. Como si hubiéramos estado encerrados cada uno en su respectiva caja.
Y es en ese instante cuando te das cuenta de que el teatro es el mejor lugar para sentirte vivo y disfrutar el presente. Es orgánico y realmente compartes y conectas con los demás.
Este hombre deja su carga para descansar, se incorpora y por fin lo vemos entero, parece un minion, vestido todo de blanco, sí…un minion de carne y hueso. Nos mira y ¡empieza la magia!
Este personaje, con gestos y movimientos, sin ninguna palabra, hace que las cajas se conviertan en paredes, en edificios, en gradas, montañas, piscinas, lagos, barcos, casas, la imaginación es el límite. Y de nuevo, en la gente, la mirada de la maravilla, la sonrisa tímida o la carcajada sonora y contagiosa. Los niños gritando y participando, mostrando una verdadera empatía sin inhibiciones… algunos adultos, ¡también!
Y es en ese instante cuando te das cuenta de que el teatro es el mejor lugar para sentirte vivo y disfrutar el presente. Es orgánico y realmente compartes y conectas con los demás.
Ese momento nos dio la posibilidad de dejar nuestras cajas, de acercarnos a las de los demás, de dejar entrar a los otros en la tuya, abrirla, destrozarla, comerla, compartirla y convertirla en cualquier sueño que te plazca.
La presentación duró alrededor de una hora, quedamos felices y satisfechos, todos comimos de ese YOUGUR que nos llenó el corazón.
Gracias Carlo Mö…