Fotografías Archivo Mabel Franco
Se ha extrañado la presencia física de la creadora del Festival Internacional de Teatro de La Paz, Fitaz. Por vez primera, desde 1999, la actriz y directora ha permanecido en su casa, confiada en quien toma la posta, Bernardo Arancibia. Los recuerdos llenos de gratitud por la mujer de la escena desbordan la memoria del teatrista Freddy Chipana.
Hemos vivido entre el 6 y el 15 de mayo el Fitaz número 13 y ha sido extraño no tener en primera fila a Maritza Wilde. Los que hemos participado de las distintas versiones del evento sentimos esa ausencia… Ojo, esto no tiene nada que ver con la nueva organización, sino con la ausencia de su ser, de esa maestra y compañera que nos ha heredado un festival a los chukutas y bolivianos, un festival internacional de teatro.
Más allá de los aplausos (bien merecidos) y de las quejas (porque nos quejamos de todo), estoy profundamente agradecido por su trabajo y existencia, porque nuestra historia escénica no se podría contar sin mencionarla.
Recuerdo que en mis inicios, Stefan Gurtner (mi primer maestro) nos llevaba a ver obras de Norma Merlo, Morayma Ibáñez, Tota Arce, Guido Arze, David Mondacca… Y por supuesto, de Maritza Wilde. Nosotros, niños y adolescentes, los veíamos lejanos y soñábamos con que algún día íbamos a ser actores profesionales (lo chistoso es que cuando te estás iniciando nunca se acuerdan de tu nombre).
Maritza y René Hohenstein crearon en 1998 el Festival internacional de Teatro de Santa Cruz de la Sierra y después ella se animó a crear el Fitaz en 1999, en un país donde el apoyo a la cultura es casi nulo. Si eso no es coraje, no sé qué es.
Ser parte
Mi primera vez en el Fitaz fue en 2002, con Teatro de los Andes, reconocido en el mundo como uno de los grupos más importantes de Bolivia. Vimos obras del maestro Peter Brook , Eugenio Barba, Lume, Tryo Teatro Banda, Malayerba, etc. Lo más hermoso fue que pudimos presenciar otras obras de Bolivia, encontrarnos, admirarnos y crear redes entre nosotros.
Cuando renuncié a Teatro de los Andes formé mi grupo Altoteatro (este 2022 cumplimos 20 años). Entonces se hizo difícil ser parte del Fitaz, hasta que nos invitaron de manera directa por nuestra tercera obra, Un país en sueños; estallamos de alegría como si fuera un triunfo, lo recuerdo bien, y ya después participamos periódicamente.
Uno de los espacios importantes fue el de formación, donde tuvimos a maestros de dramaturgia, dirección, actuación y producción dirigidos a artistas de teatro con experiencia. Aquí no hay lugares de formación y esos cursos fueron vitales para nosotros.
Cuando alguien que admiras recuerda tu nombre se siente fantástico porque quiere decir que diste buenos pasos.
Maritza se acordó y no sólo eso, sino que hemos hablado muchas veces, hemos tomado café en su casa y hemos compartido miradas sobre obras de otros compañeros. O sea, una charlita de criticones, que para eso los artistas somos buenos.
Recuerdo que fue ella quien me sugirió: Ustedes deberían hacer algo con el Tryo Teatro Banda (Chile), sería un éxito porque tienen tantas cosas en común; pues esa locura se está volviendo realidad, Altoteatro y Tryo Banda ya estamos trabajando en algo juntos.
La última vez que me reuní con Maritza fue en Sucre, en el Festival Internacional de la Cultura, donde presenté mi monólogo Ratas en 2018 y ella me dijo: “La quiero en el Fitaz, pero no la presentes más”. ¿En serio? Nos estrechamos las manos como quien hace un gran negocio, nos reímos y ella se fue a dormir al hotel.
Después llegó la pandemia.
Ya no está en primera fila quien parió este sueño, la que mira con el alma, la que yo admiraba cuando me iniciaba en el teatro y nadie se acordaba de mi nombre.
Antes teníamos la duda de qué sería del Fitaz sin la Maritza; hoy contamos con un gran heredero, Bernardo Arancibia –o Bernardo Wilde en este último tiempo–, un gran ser humano, el perfecto para hacer homenaje a tantos años de lucha, de coraje, de vida hecha arte, porque algo más que debemos agradecer a Maritza es que jamás se sirvió del arte y eso se llama generosidad, integridad y dignidad. Gran detalle que a veces nos hace falta a los artistas.
Ratas, que estaba en el programa del Fitaz que no se pudo hacer en 2020, ha sido parte en este 2022. Y volvimos a la existencia con quien hace posible nuestra existencia en la escena: el público.
En la cabeza y en el corazón
Me vas a hacer un lugar en primera fila… Las obras no se ven con los ojos, sino con el alma, Maritza.
Hay cosas que no entiendo de la nueva generación, no sé si son muy profundos o si no saben lo que quieren, quizás ya estoy vieja. Quizás eso es lo que nos hace falta Maritza, ¡años!
Se nos ha caído otro financiamiento. Pero jamás lo que eres, Maritza.
Los grupos exigen mejores condiciones, mejores pagos. Recuérdales que también necesitamos mejores obras.
A veces me siento luchando sola, busco quien me ayude, pero después yo sola cargo los errores. El cansancio no es excusa para no seguir luchando.
Ha llegado la pandemia y después de tantos años nos vemos obligados a suspender el Fitaz. Y nos quedamos en silencio porque nos duele el alma y no sabemos lo que va a pasar con esta enfermedad del mundo.
Cuando algo tan devastador como una pandemia se hace realidad, uno no sabe si decir adiós o gracias. Y piensa en la existencia antes de la pandemia, durante y después… En el arte antes de la pandemia, durante y después… Lo que resulta claro es que el teatro nunca va a morir porque sabe de guerras y pandemias.
Ya no está en primera fila quien parió este sueño, la que mira con el alma, la que yo admiraba cuando me iniciaba en el teatro y nadie se acordaba de mi nombre.
Las cosas grandiosas no se olvidan, son eternas porque están hechas con la fuerza del alma.
A nadie le van a importar mis horas con ella hablando de la escena y de los sueños, a nadie le van a importar los ojos que le regalaba cuando era nadie en este oficio, a nadie le va a importar mi eterna gratitud por todo lo que ha construido y me ha ayudado para seguir creciendo… Quizás a ella sí, por eso espero no perder la oportunidad de decirle en persona: “infinitas gracias por tu existencia, Maritza”.
Algunos dirán: la función debe continuar. Otros: mucha mierda.
Yo no sé qué decir.