Este texto fue escrito bajo la influencia del mismo espíritu o demonio que se dejó entrever en la obra Gerundio de danza contemporánea creada por Malala Sanz, Sofía Castro, Carmen Collazos y Ana Cecilia Moreno. Asistes a la obra, de hechicería sexual, de ritos tántricos, dice Mariño, y de alguna extraña manera estás dentro.
“ॐ क्रीं कालिकायै नम”
El hambre, la gran serpiente
Ha invadido los órganos vitales
Y el veneno asciende
Desde el pie hasta la cabeza.
Oración a la diosa Kali (Cantos a Shiva)
Líneas deseantes. Desplegar minas antipersona que se ensamblan con espíritus abisales (y hacerlas estallar); contrabandear información secreta entre fuentes de energía desautorizadas y acceder a otras inteligencias (demoníacas): tales son algunas de las operaciones del arte demon-desterritorializador.
En el otro lado, el mundo cristiano prolonga su nauseabundo aburrimiento al organizar estratos de captura congelada, al confinar el trauma y el infierno a una cárcel infraterrestre y separarlo del deseo separándonos de él; al ordenar el sol en el exterior, sobre la superficie; al regular el contrabando; al hacer del mundo una maldita cárcel energética y prohibirnos desear oscuramente, porque todo lo que se desea es oscuro.
Danza. Nuestros cuerpos tiemblan al emerger de los espasmos oscuros del fluido y transgreden las capas de captura. Somos enemigxs y fugitivxs del mundo, no para arrojarnos a lo que está más arriba, pues detestamos aun más todo lo celestial; sino para precipitarnos hacia lo que está abajo, es decir, aquí, en la cripta.
Mujeres lobo
Gerundio, obra de danza-performance maquinada por Malala Sanz, Sofía Castro, Carmen Collazos y Ana Cecilia Moreno, contrabandea información del subsuelo para piratear nuestras presencias en el infierno en medio de los aullidos de una orgía. Mujeres lobo haciendo túneles para llegar a los niveles inferiores de la columna vertebral, la energía oscura del hueso sacro.
Gerundio abre portales a fuentes de energía clandestina con brujería sexual para traer el infierno a la superficie y precipitarnos a él en un éxtasis de erotismo-Kali. Estamos ardiendo en medio de serpientes morenas que balbucean veneno afrodisiaco y excitación negra. Transmuta el trauma en trance G.
Danzas y eres transportado al infierno reptil (el que está dentro y fuera del cerebro) ocupado por una tribu de extraños insectos. Aquí no hay mami prudencia ni papi estado regulando tus deseos, sólo serpientes siseando de placer e invadiendo tu sistema nervioso.
Actos de brujería. Torcer las buenas doctrinas por amor a lo energhótico. Insertar dosis de tantrismo a procedimientos de misticismo sufí: la danza enchufa nuestra columna con el mismísimo infierno y la matriz (los enlaces abismales del sacro). Giros frenéticos al nivel del suelo, taladrando. Carne ingresando a torbellinos que desarticulan la consciencia en un torrente de orgasmos lúcidos y muerte espiritual. Todas las vértebras son azotadas por los rayos negros del reactor de las catacumbas incendiadas. Estremecimientos eroterrenales. La tierra temblando por orgasmos inhumanos.
Danzas y eres transportado al infierno reptil (el que está dentro y fuera del cerebro) ocupado por una tribu de extraños insectos. Aquí no hay mami prudencia ni papi estado regulando tus deseos, sólo serpientes siseando de placer e invadiendo tu sistema nervioso.
Movimientos bruscos expulsando la humanidad del cuerpo de una maldita vez en exhalaciones, jadeos y microasfixia (todo en el deseo es inhumano). Somos aliens en las regiones de la eroscuridad y no hay retorno posible. La danza destroza la organización de tu cuerpo readaptando la carne espiritual para siempre, habilitándola para los ataques de placer demoníaco. Los indicadores de peligro se vuelven locos. Como decía Taoxx: para una “teoría” de la danza hay que tomar en cuenta todos los descendimientos místicos a los goces del infierno, a los hervideros presubjetivos donde palpita la carne en toda su radiante negrura.
El coro de brujas
Asistir a Gerundio es como ingresar a un templo fabricado con humo de palo-santo saturado de hechicería sexual. Allí hay demonias irradiando deseo-placer que no es para ti pero que se tatúa en tu carne: la máquina autónoma del infierno.
Un coro de brujas te recibe y dice: Deseamos explorar todo lo maldito por el aburrido padre-espíritu castrador. Cargas eléctricas de placer desarticulando mi espíritu carcelero. Yo no soy yo ni nosotras. Somos un hervidero de intensidades dérmicas y sonoras. Nos afecta todo lo que está debajo de nosotras. Nos infecta. Descendemos más. Queremos coser el santo trauma y la sagrada experiencia erótica mientras diseccionamos nuestras almas incubadas por el padre policía del cristianismo. Deja a “eso” hablar por ti, no te reprimas más; déjalo derretirse en palpitaciones dermo-nerviosas sobre un campo de electricidad oscura. Deseamos desear. Atravesaremos el aire tóxico en una nave de carne. Las brujas te hacen inhalar algo. No sabes qué. Tal vez sean los demonios de la obra.
La ley del padre-ángel planifica la construcción de una cabeza para regular los espasmos del cuerpo oscuro y volcánico (cercena el clítoris y la hechicería sexual). La ley de la madre-mona concentra el deseo en todo lo humano y mamífero. Ya no los necesitas, deshazte de ellxs.
Asistir a Gerundio es como ingresar a un templo fabricado con humo de palo-santo saturado de hechicería sexual. Allí hay demonias irradiando deseo-placer que no es para ti pero que se tatúa en tu carne: la máquina autónoma del infierno.
Gerundio abre los canales energéticos para que el cuerpo oscuro destroce la cabeza castradora (el falo y la policía) descendiendo a una ontología oscura (el ser deshaciéndose en las profundidades) para reencontrarse con el inconsciente reptil (con todo lo que quiebra el maldito círculo cerrado de los mamíferos). Y es por eso que esta performance falla con su nombre, el gerundio (el ser encerrándose en sí mismo, gozándose con la legislación del yo) y el ser traicionan la electricidad y los shocks sépticos del erotismo oscuro. Las trampas del lenguaje se disfrazan de chatos títulos poéticos.
Estás dentro
Asistes a la obra, de alguna extraña manera estás dentro. No fuera, como espectador. Se han metido a tu cabeza mediante sonoridades serpentinas. Sonido propagando veneno. El ser se revienta al descender a la zona de trauma provocando una serie de mutaciones en el cuerpo de Sofía Castro, haciéndola hablar en lenguas, como una serpiente, como un enjambre de insectos chillando por dolor y placer mientras su identidad se desintegra en todo lo que es extraño y oscuro. He aquí una brecha. El cuerpo de carne de Sofía Castro es arrastrado por patas-shibari hacia los placeres del infierno en medio de una orgia lesbo-vampírica. El insecto subterráneo predomina.
Es fácil caer en la trampa y leer esta obra como la reivindicación escandalosa del placer femenino en orgías lesbo-demoniacas, según la línea del texto leído como manifiesto durante la obra, Usos de lo erótico, de Audre Lorde. No me interesan las lecturas sobre género, sino desentrañar lo oculto (ingresar a sus entrañas humeantes). Gerundio fabrica la eroscuridad donde una reina cobra (poseyendo a Sofía Castro) transmuta mudando de piel y de lenguaje (arrancándose la piel humana en una emisión gutural, “gesticulando angustias geológicas y planetarias”, como diría Sadamón, con voces no humanas). Se trata de desorganizar el cuerpo.
Mientras se establece un escenario de orgías humanas, una serpiente está devorando nuestro espíritu y poseyendo el cuerpo desorganizado de Sofía Castro. Ingresas danzando a una zona dominada por máquinas de ritmo que producen el trauma-trance para aniquilar tu espíritu en la piel erizada, haciendo colapsar la geoestabilidad del espíritu en espasmos eróticos y orgasmos múltiples.
Gerundio se enlaza a los ritos tántricos de Guhyakali, la Kali clandestina, cruel. Kali ingresa al escenario con poca iluminación danzando sobre los cadáveres de sus enemigos masacrados. Y llega la policía (Shiva) para castrar el frenesí femenino de Kali.
Sigamos desterritorializando. Gerundio no se subordina al placer. Después de todo, el placer es algo que se alcanza fácilmente, es el punto de parada de las oscuras máquinas del deseo. El placer se ensambla al deseo eroscuro para trepar-reptar en él y dirigirse más hacia lo profundo, cada vez más; es voraz. Sólo hambre y potencia. Coincide con el tantrismo de Guhyakali (la Kali secreta y embriagada de impiedad), los mantras eléctricos y los rituales de trance, la walpurgisnatch.
Culturas Kali performan en territorios artísticos, carne; fabrican cuerpos con pieles humanas. Son esquirlas de una narrativa que nos dirige a ritos tántricos de energía oscura, mientras el trauma se hace deseable invadido por espasmos eróticos. Cada segundo que pasa incrementa la intensidad de los gemidos hasta hacerse guturales, hasta ser emitidos desde el mismísimo hueso sacro y sus conexiones con el abismo sexual. Que el yo se desintegre en zonas calientes.
Un rito erótico
La ficción sólo es un camuflaje para máquinas de guerra sobre puntos-líneas de erotismo. Gerundio hace de la danza un rito erótico de adoradoras de Shákti, adoradoras de energía gótica. Ya lo dijimos anteriormente, danzar no tiene nada que ver con lo humano. En este caso, la danza nos precipita a un continuo de muerte orgásmica, muerte hirviendo y olfateando nuestras sangres. Descendimientos intensivos al nido de serpientes que habitan el hueso sacro. Espeleología en catacumbas traumáticas (carne desbordándose, pulsos de deseo asesino, pura piel erizada sin elaboraciones subjetivas, psicológicas o espirituales). Asistes a las performances de Gerundio. Eres arrastradx por un grupo de brujas al subsuelo y sus delicias.
Gerundio se enlaza a los ritos tántricos de Guhyakali, la Kali clandestina, cruel. Kali ingresa al escenario con poca iluminación danzando sobre los cadáveres de sus enemigos masacrados. Y llega la policía (Shiva) para castrar el frenesí femenino de Kali. La cabeza es un signo sumamente fálico. Y Kali es una decapitadora. Libera a Shakti (la energía) de su prisión (la cabeza, el falo y Shiva). Y Shakti sale vestida de redes y con maquillaje ghótico.
Kali transgrede la humanidad, el género y los estratos terrestres en una orgía realizada por serpientes criadas en el infierno. Devoran el tiempo. Criaturas de la aniquilación. Movimientos de muerte y júbilo sexual expandiéndose por toda la piel como una corriente eléctrica. La serpiente hembra, morena y sanguinaria. La eroscuridad es una asesina secreta. El horror. ¿Cómo no admitir unos sacrificios humanos durante el periodo de danza frenética? “Yo convoco a aquella que es negra y poderosa” “Om Kreem Kalika-yei Namaha – Jay Kali ma”. La Kali secreta es un collar de serpientes. Colmillos, lenguas chorreando deseo y sangre envenenada. Guhyakali es destrozada en el misterio para cerrar el ciclo. El horror, el horror, el horror. El deseo. El deseo. El deseo.