Sé que los músicos de la banda le llamaban “Papá Sinfo”. Su esposa, Inés Mamani, en su casa frente al mercado Bolívar en Oruro, tras el fallecimiento del director, compositor y fundador de una de las bandas más exitosas de Bolivia, recuerda que “era madrugador como un gallo y su vida era la banda”.
Esa banda que empezó con apenas ocho músicos tocando retretas en el quiosco de la plaza de Poopó y, andando el tiempo, como una progresión bien temperada de compases, fue creciendo y su nombre mutando a ese ritmo. Primero fue provincial, luego departamental, más adelante internacional, hasta llegar a llamarse intercontinental.
Sinforiano Gonzales Benito nació en 1937 en Kalajahuira, un caserío a una legua al este de Poopó en el departamento de Oruro. Casi podríamos decir que la música lo acunó, pero fue un filtro de amor el que obró el milagro, pues fue don Francisco Mamani, el cual luego se convertiría en su suegro, quien le enseñó a tocar la trompeta.
Sinforiano Gonzales, no sólo fundó una banda, sino que la hizo crecer, la llevó por el mundo y la cuidó como un buen padre a su familia. Siempre tenía tiempo para escuchar lo que sus músicos tenían para decirle, muchas veces le contaban sus problemas y él les aconsejaba y les ayudaba en lo que podía.
En 2013, antes de partir a su morada final en el cementerio de Poopó, alcanzó a dibujar un calderón sobre la última nota del pentagrama de su vida, para que su música siga sonando en el “Carnaval de Oruro, lo mejor del mundo”, como dice una de sus más celebradas morenadas.
Sé que los músicos le llamaban “Papá Sinfo” y colmaron su tumba de flores rojas y blancas, los colores de su amada banda.
Sinforiano Gonzales Benito fue director, compositor y fundador de una de las bandas más exitosas de Bolivia, “era madrugador como un gallo y su vida era la banda”.
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