Fotografía Archivo familiar
El mejor lugar para copuchar con Iván Guzmán de Rojas es el estudio de su casa de la Abdón Saavedra, el mismo lugar donde su padre, mi abuelo, Cecilio Guzmán de Rojas, pintaría cientos de cuadros y compartiría con amigos gestando ideas y discutiendo sobre identidad, arte y cultura.
Al calor de la chimenea, acogidos por muebles que susurran historias, para mi padre no hace falta más que un buen chocolate caliente y unas galletas para dar rienda suelta a conversaciones sobre sus temas favoritos: el aymara, la física, las matemáticas, la metafísica, la historia y la democracia. No se sorprendan si entre tanto intelecto chainitos y chiwuancos son convocados al festín.
Son parte de un equilibrio natural. En el estudio, el aroma a chocolate caliente conecta los sentidos, la chimenea pide leña para mantener vivo el fuego interno, el movimiento de sus llamas regalan energía y nos mantienen alerta.
Mi padre, como buen científico, observa y comenta desde diferentes ángulos para entender las variables, causas y consecuencias, sin prejuicios, con la mirada amplia e imparcial. A veces incomprensiblemente imparcial. Receta clave en su forma de ser, que con rectitud inquebrantable le permitió preservar, en un momento de urgencia histórica, una institución cuya misión es proteger la decisión del pueblo para construir democracia, para creer en lo que hacemos.
Se siente la noche y el crujir de las cenizas reclaman leña para reponer los pilares del fuego. Los muebles absorben las palabras profundas del silencio a la espera de un caballero valiente que ponga en su lugar las fichas del tablero de ajedrez olvidado al lado de la ventana. La lógica trivalente se hace presente. Si, no, tal vez. Solo es lo que es.
Iván Guzmán de Rojas fue Científico e investigador boliviano, expresidente de la Corte Nacional Electoral.