Ponga humor, precisión, ironía, ingenio e indignación y tendrá los ingredientes para elaborar un periodiquito de Alasita. Sazone a gusto.
En los diccionarios de sinónimos y antónimos la palabra “seriedad” aparece como un opuesto de la palabra “humor”. Pero eso es en teoría, porque en el día a día vemos que ambos conceptos podrían ser casi iguales.
“Una broma es una cosa muy seria”, decía Winston Churchill y hay mucha verdad en esta afirmación, porque sólo se dice en tono de “chiste” aquello que es realmente serio.
Si de periodismo escrito se trata, muchas veces, cuando se lee el periódico, para ahorrar tiempo y espacio en la memoria conviene saltar las páginas hasta llegar a la parte de la ilustración, pues ésta tiene la capacidad de resumir el contenido del periódico en una sola imagen y con poco texto. Ésa es la virtud del humor, decir mucho con poco.
Y si de decir “mucho con poco” se trata, necesariamente tenemos que mencionar a los periodiquitos de Alasita, lo más serio que ha producido la prensa boliviana. Estos periódicos en miniatura son una tradición paceña que dentro de 24 años cumplirá 200 años de celebración (casi) ininterrumpida.
El impacto que ha generado la existencia de estas “ediciones primorosas” no solamente es calculable en nuestra sociedad, sino en la humanidad; es por eso que los periodiquitos cuentan una declaratoria de “Memoria del Mundo” desde 2012.
Los periodiquitos de Alasitas son lo más serio que ha producido la prensa boliviana.
En la tesis de grado titulada “Los periodiquitos de Alasitas en la hemerografía paceña: análisis de contenido”, de María Judith Ozuna Tarifa, se afirma que: “El primer periodiquito de Alasitas del que se tiene noticia apareció el 24 de enero de 1846, medía 160 x 167 milímetros a 2 columnas y cuatro páginas; se denominaba “La Época”. Su lema era “Dios, Patria y Libertad”; tenía noticias nacionales e internacionales, religiosas, comunicados, avisos… todo en miniatura, con fino humor e ironía”.
Algunos artículos mencionan que desde 1850 estos periódicos en miniatura se publicaron también en Sucre, Potosí, Oruro y Tarija, pero son los de La Paz los que han procurado una continuidad que hoy los sitúa entre lo inseparable de Alasitas y los medios impresos.
En la mencionada tesis también se indica que los artífices detrás de los textos afilados, repletos de bromas e ironías, eran nada más y nada menos que Bartolomé Mitre, Juan Ramón Muñoz Cabrera, Manuel José Cortés, José Rosendo Gutiérrez, Agustín Aspiazu, Serapio y Félix Reyes Ortiz, Carlos Bravo y Nicolás Acosta. A todos ellos los reconocemos por ser grandes personajes de la literatura boliviana, o porque hemos paseado por las calles que llevan sus nombres.
Y aunque una particularidad de los periodiquitos es el carácter “anónimo” de los textos, se sabe que los mencionados escritores iniciaron esta tradición y fueron los impulsores de La Época de Alasita porque ellos eran los redactores del periódico La Época, que curiosamente se constituye no solamente como el primer periódico de esta especie, sino que logra alcanzar el número 20, a diferencia de los otros periódicos que en su mayoría no pasaban del número 5.
Una de las razones para la vigencia de este patrimonio es su honestidad.
Valentía, humor, precisión, ironía, ingenio e indignación son algunos de los ingredientes para elaborar un periodiquito de Alasitas. Para los redactores, estos días de licencias concedidos por la celebración del Ekeko se constituían como una liberación, dado que les era permitido quejarse y manifestarse en contra de la autoridad sin temor a represalias.
Originalmente, el contenido de los periodiquitos se enfocaba en atacar a las figuras de poder, como la iglesia, el estado y los militares, y también denunciaban la corrupción, la negligencia y la mala administración del dinero. Al ser estos temas muy sensibles, los redactores tuvieron que afinar lo suficiente su sentido del humor para que la verdad cause gracia y no dolor.
La supresión de las dictaduras, la creación de un estado laico y democrático y la implementación de leyes que aseguran la protección de la libertad de expresión, son factores que han condicionado el contenido de los periodiquitos.
La prensa en miniatura en las últimas décadas no cuenta con un humor sagaz como los diarios de antaño, sino que recurre a la ridiculización simplona, al lenguaje subido de tono y al montaje de imágenes para comunicar su malestar sobre distintos asuntos.
La prensa en miniatura es un grito permanente que exige libertad de pensamiento y de palabra.
Y aunque las formas hayan cambiado, los periodiquitos de ayer y de hoy tienen en común que siguen siendo una denuncia social para señalar aquello que incomoda.
Y una de las razones por las cuales este patrimonio cultural se renueva constantemente permitiéndole vigencia, es porque el principal valor de estas publicaciones es su honestidad; no hay nada más sincero que un chiste, divertido no significa poco serio.
El 2012 este valor es reconocido a nivel mundial, y es por eso que la prensa alasitera recibe la distinción de ser Memoria del Mundo, dentro del Programa del Comité Regional para América Latina y el Caribe de la UNESCO.
En total se presentaron 141 periodiquitos al Comité, muchos de ellos pertenecientes a grandes colecciones: 48 números pertenecen al Museo Costumbrista Juan de Vargas, 78 pertenecen a la colección privada de la familia Rada, 13 corresponden a la colección de la Fundación Machicado Viscarra y 2 le pertenecen al patrimonio del Museo de Instrumentos Nativos de Ernesto Cavour.
Al presente, existen varias propuestas de periodiquitos de los distintos medios de comunicación escrita, pero también existen las propuestas que parten desde el mundo cultural y artístico.
Fundaciones Culturales, editoriales, revistas, secretarías de culturas cuentan con sus propios periodiquitos, y ellos no sólo generan piezas únicas a nivel de contenido, sino que visualmente y estéticamente son un gran acierto. Ejemplos son El Canibalín, El jiwakito, o El Adobito, que ya supera los 10 números y que para cada edición invita a un artista del medio a realizar la portada.
Los periodiquitos de Alasita son una parte importante de los cimientos sobre los cuales se ha construido nuestra sociedad, porque son un grito permanente que exige libertad de pensamiento y de palabra.
Cada año que compres tu periodiquito de Alasitas, recuerda el viaje gran viaje que hicieron desde el puesto de la casera hasta convertirse en Memoria del Mundo. Entre tus manos no sostienes un texto lleno de burlas y chistes, sino que sostienes el patrimonio más valioso que tenemos: el deseo de libertad.