El día que dejé el misal en casa
Al mediodía, la alarma no sonó. El Ángelus fue, poco a poco, quedando en el olvido. Llega un momento en que no es posible defender lo indefendible. ¿Cómo vive una creyente su batalla más intensa? Suena el despertador y no salto de la cama a besar el piso. Nada externo ha cambiado, pero esta mañana…