Recorrer 207.8 kilómetros a nado, bicicleta y en carrera, a la mayor velocidad posible, requiere músculos de hierro, claro, pero quizás sobre todo un temple de acero. En el triatlón de Mallorca 2021, la bandera boliviana flameó. Antes de coronarse, Ironman libró una batalla personal.
Son las 4:30 am. Después de una noche sin poder dormir, suena la alarma. No te levantaste de la cama y ya te duele el estómago por los nervios. Respiras hondo para calmar el dolor, te mojas la cara mirándote al espejo y te dices “carajo llegó el día”. Te pones tu trisuit y sabes que, sin importar el resultado, no será lo mismo cuando te lo quites.
Tus amigos, que viajaron solo para verte competir, se despiertan, bromeamos un poco para calmar los nervios y salimos a la zona de transición.
La bicicleta y las bolsas de transición están listas. Gritan “¡one hour to go!”, y a tu dolor de estómago ahora le acompaña el nudo en la garganta.
El sol comienza a salir. Te vas a la zona de partida, te abrazas con tu apoyo, llaman a tu familia en Bolivia para que te digan una última palabra y te hacen llorar. Carajo, ahora te duele el estómago, la garganta y sientes que el corazón te va a explotar. “Hasta pronto”, le dices a tu apoyo, y escuchas la cuenta regresiva. It’s go time.
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Tienes 3.8 km de nado por delante
Das tus primeros pasos y tu dolor de estómago, de garganta y de corazón se quedaron en la línea de partida. Te emocionas tanto de estar ahí que nadas más rápido de lo previsto los primeros 1900 metros. Te dices a ti mismo que debes calmarte un poco e ir más lento en la segunda vuelta pero nada, ¡acabas de romper tu récord de 3.8 km.!
Sales del agua. Mientras corres a la zona de transición te das cuenta que a tu derecha están corriendo tus amigos a tu lado, agitando la bandera y alentándote. Te cambias lo más rápido que puedes, le das un beso a la bicicleta para que no te falle y sales.
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Tienes 180 km de bici por delante
El comienzo es más difícil ya que tus brazos no tienen fuerza para levantar la botella de agua. En cuanto sales de la ciudad, ya no hay nadie que te aliente y empieza la subida más empinada de todo el circuito. Te pones a pensar en toda la gente que te está siguiendo, en todas las veces que entrenaste pensando en este momento y el nudo en la garganta vuelve, pero esta vez te da fuerza. Pedaleaste durante largas 6h30 y te duele todo. Por un momento te olvidaste que falta una maratón, carajo.
Llegas nuevamente a la zona de transición, y en cuanto tocas el suelo escuchas las voces diciendo que correr 42 km va a ser imposible. Tus piernas están fundidas. Te cambias de zapatos, le das un último beso de agradecimiento a la bici y sales.
Tienes 42,2 km de carrera por delante
Te repites que entrenaste incontables veces las transiciones, es normal que te duelan las piernas; que la fuerza va a volver eventualmente. Estás convencido que “el muro” te va a tocar por el kilómetro 30 y que hasta entonces te sentirás relativamente bien; entrenaste para esto durante años y conoces tu cuerpo.
Corres un par de kilómetros y te sientes peor. Otra vez vuelven las voces recordándote que en tu último maratón te desmayaste, en ese maratón no habías nadado y pedaleado antes. Vuelve el nudo en la garganta pero ya no te da fuerza, simplemente te impide respirar bien. Miras tu reloj, te faltan 38 kilómetros… no lo logras.
“Aquí está, ¡dale, carajo!”. Miras a tu derecha, están dos de tus amigos, te pones a llorar pero no paras de correr. Un kilómetro más allá aparece tu hermano y todos tus amigos agitando la bandera boliviana. Escuchas las voces de tu familia a través del altavoz de un celular. Ya no te faltan 30 kilómetros, para tu cabeza es más fácil digerir 3 vueltas de 10 km.
A medida que sigues avanzando, el sol se va escondiendo. Te faltan 2 vueltas. Tu ritmo sigue bajando y tus pasos son cada vez más cortos pero ya no te importa, solo tienes que llegar. Vuelves a pensar en todos quienes te están siguiendo a la distancia y te llenas de orgullo y agradecimiento. Empiezas a pensar que lo vas a lograr.
Última vuelta
Nunca sentiste tanto dolor físico en tu vida. Es de noche, y a medida que sigues avanzando, ves cómo las ambulancias se van llevando a otros atletas que estaban en sus últimos kilómetros. Te encuentras con tu apoyo una vez más y ahora eres tú quien les grita “¡nos vemos en la meta!”. Te pones a pensar que estás por ser un Ironman e intentas acelerar el paso pero no tienes fuerzas. Miras tu reloj, te quedan 2 kilómetros, piensas que fue ahí cuando te desmayaste en tu último maratón. Otra vez vuelve el nudo en la garganta y te cuesta respirar. La música se escucha cada vez más fuerte y la gente empieza a gritarte más que nunca; estás en tus últimos 500 metros. No sabes de dónde llega la fuerza pero de pronto el dolor desaparece al ver la alfombra roja. Tu apoyo está ahí, llorando de emoción, esperando pasarte tu bandera. La agarras con todas tus fuerzas. Te quedan 50 metros. Ves la línea de meta con la que soñaste durante años. Explotas en llanto. Tu nombre aparece en la pantalla y no puedes parar de correr y de gritar de emoción. Tu cuerpo colapsa, te pones de rodillas. Lo lograste.
“Felipe, you are an Ironman”.