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San Agustín de Hipona escribe un libro administrativo llamado La Ciudad de Dios, en redacción burocrática que nos permite conocer cabalmente quiénes se irán al cielo y quiénes a la mierda. En el año 2004, el cineasta brasilero Fernando Meirelles retrata e historia la favela carioca Cidade de Deus en una película homónima que plantea una dura crítica social, pero indirectamente estetiza la violencia y la pobreza originando todo un flujo turístico de la sordidez. Otro santo, San Pedro, conocido como uno de los apóstoles de Jesucristo y por dar nombre a basílicas y templos cristianos en Ciudad del Vaticano y muchísimas ciudades alrededor del mundo, bautiza una cárcel para varones en la ciudad de La Paz donde se ofrece en el “cibermercado” un tour que permite a los gringos temerarios adquirir cocaína y otras drogas a módicos precios.
El rockero argentino Luis Alberto Spinetta, en 1973, edita su disco Artaud, una obra maestra de nueve canciones donde hace referencia al universo existencial y depresivo del escritor francés que le prestó el nombre y que es autor -entre otros títulos- de El Pesa-nervios (1925), libro densamente reflexivo cuyo guión de por medio eliminará el rockero boliviano Grillo Villegas en 1998 para bautizar su tercer disco, grabado en Argentina en los estudios Circo Beat de Fito Páez, cantautor rosarino que en 1984 canta en Carabelas Nada: “Chico Buarque tiene puestos los anteojos que dejé sobre un cuaderno con su rostro” y, en Del 63, año de su nacimiento y nombre de su primer disco narra: “Jobim me dormía a la noche cuando todo era calma”. Antonio Carlos Jobim conoció a la otra mitad de unos de los más prolíficos y celebrados duetos de compositores de la música brasilera, el poeta Vinicius de Moraes en el bar Vilariño del centro de Montevideo.
El cantautor uruguayo de ascendencia sefardí Jorge Drexler, comienza su álbum de 2003, Sea (fonema que en inglés significa “mar”) con la canción El pianista del guetto de Varsovia, inspirada en la historia del pianista polaco Wladyslaw Szpilman, quien sobrevivió a la ocupación nazi durante la Segunda Guerra Mundial, historia que a su vez inspiró el filme El Pianista del cineasta polaco Roman Polansky, cuya primera esposa, la bella Sharon Tate, fue victimada por el clan Manson en 1969. Manson, por su parte, era aspirante a estrella de rock y sus desquiciados acólitos dejaron escrita con sangre en el refri de la casa de sus próximas víctimas la leyenda Helter Skelter, título de la composición de Paul McCartney incluida en White Album (Álbum Blanco) de los Beatles, lanzado en 1968, y reversionada por los irlandeses U2 en 1988, en su disco y peli Rattle and Hum que es, de hecho, la primera versión que escuché en Oruro en 1992, en un cassette que mi tío trajo de Estados Unidos, dos años antes de que mi padre me regalara, por fin, una guitarra de cien pesos, en la que intenté desmañadamente sacar el poderoso riff, y tres años antes de que escribiera mi primera canción, Azul, inspirada en dicho color, y producto de la escucha reiterada de Barro tal vez de Spinetta y en medio de la lectura reiterada de Historia de la eternidad de Borges, autor plural que cita reiteradamente a San Agustín.
¿Y usted me viene a decir a mí que el rock boliviano no existe?