El ciego Celestino, de castigador a rezador
Hay odios viscerales que pasan de generación en generación. Prueba de ello es un hombre que, sentado en un banquillo de madera, tintinea una campanilla. Es un rezador cuya alma pesa toneladas y hay incluso quien espera ver ese banquillo vacío. ¿Qué hizo de malo este hombre? Ilustración de Olivia Frade Entre las calles…