Fotografía de Gastón Brito
Siempre nos abre la puerta y seguirá haciéndolo con sus abrazos fuertes y esa sonrisa que parece sutil, pero que es poéticamente escandalosa. Un día se le ocurrió cambiar de pinta y listo, no hay cómo discutirle porque así es ella y punto. Poeta, gestor cultural, docente, Premio Nacional de Poesía Yolanda Bedregal 2017. Cofundador del espacio cultural Almatroste, papá y compañero de todxs y todes. Se ha rajado con este diccionario y para leerlo hay que tomarse un kaj.
ALMATROSTE.– El almatroste es una TAZ. En la terminología del anarco–ontologismo, Almatroste sería algo así como una zona temporalmente autónoma. Siempre hemos pretendido (es imposible hablar en primera persona al referirme al asunto) habilitar un escenario para todas y todos, horizontal en su trato, amplificador de la voz de quien quiera compartir su trabajo, su experiencia, su cariño. Un espacio libertario ligado al quehacer político. A la reflexión colectiva. También es el nombre de nuestra editorial artesanal.
BEATRIZ.– Compañera, de muchas maneras, de múltiples formas. Es la muestra de lo monstruoso que puede llegar a ser el amor, de lo irracional de sus perfiles, exigencias y caprichos; y a la vez también es la afirmación del compromiso político que implica cuidar la vida, sentirse responsable de le otre. Es mi comunidad de afecto, en términos poliamorosos.
COLECTIVO.– Construcción horizontal, abierta, plural y profundamente democrática (pero en serio).
DESNUDEZ.– Berger diría que la desnudez posibilitaría el encuentro con una misma, a solas. El desnudo implicaría la mirada de lxs otrxs. Pero como Baudelaire afirma: la vestimenta es lo realmente erótico. No podría imaginar siquiera alguien que yo desee o que me guste sin su atuendo artificial y personal sobre el/su cuerpo… fetish.
ESTABLISMENT.– Una apuesta por garantizar las jerarquías, los privilegios y las desigualdades. La eficiente regulación y normalización de la explotación y del sistema capitalista, hoy.
FLAVIA (LIMA).– Yo misma. Solo que más elegante y más bonita.
GÉNERO.– Un escenario de reconstrucción permanente. De artificialidad. Me fascina todo eso que construimos, que pensamos, que trabajamos (en términos marxistas, de transformación de la naturaleza), más que el naturalismo o el ecologismo por sí mismos, que heredamos grosso modo del romanticismo del XVIII. Naturalmente no existe nada, repito junto con Judith Butler. El lenguaje le presta a cada cosa nombrada una carga cultural insuperable. El género, el sexo y la genitalidad serían inventos de la mirada, mediada por el lenguaje, de las personas habitando culturas, en determinados contextos y realidades.
HEROÍSMO.– La forma masculina del sacrificio. Es un término que me hace mucho ruido. Prefiero siempre el cristiano martiria, el dar la vida por lxs demás: el bautismo más importante para las primeras comunidades. En nuestro contexto, Luis Espinal criticaba a los mártires, su maximalismo corporal y escatológico. Porque él entendía que estas formas de sacrificio estaban cargadas de pose, dramatismo e impostura: contrariamente al martirio de lxs pobres, cuya caída es anónima. Se me viene a la mente ahora mismo Senkata.
IGLESIA.– Mi propio espacio de politización a los 18 años. Mi experiencia de crisis económica familiar por aquel entonces (el neoliberalismo más recalcitrante). Mi vida en la zona norte, recibiendo el auxilio concreto, material, gratuito y repentino de la parroquia Señor de la Exaltación. El padre Jesús Llorente se había tomado en serio eso del evangelio entre lxs pobres. La comunidad que se construyó allá arriba, en los márgenes de la ciudad, con los grupos de jóvenes, los clubes de madres, las catequesis, se había tejido en unas relaciones de supervivencia eficientes y difíciles de olvidar. Fue cuando escuché por primera vez de Marx, del comunismo primitivo, de la teología de la liberación y de la solidaridad. Por eso me puse a estudiar, años después, teología en la universidad.
JUDITH (Butler).– Mi heroína. Mi posibilidad de entenderme a mí misma para vivir a Flavia Lima sin los reduccionismos de las identidades–corsé que nos paralizan y determinan. Un salvavidas.
KALIMAN.– El hombre increíble. Un cliché. No quiero ni referirme al de carne y hueso.
LUZ.– Mis wawas. Sus sonrisas. Su alegría infinita y su mal humor por las mañanas.
MASOCHISTIC.– Mi reflexión en voz alta –y liberada– acerca de ciertas perversiones. Mi propia bitácora del placer en tiempos en que se confunde injustamente con ese otro, con el deseo. También la posibilidad de pagarme una maravillosa maestría en literatura boliviana y latinoamericana en la UMSA.
NACIÓN.– Un anatopismo que, junto con el caudillismo y el populismo, es un tema que debemos reflexionar con valentía. Lo que me aterra es su rostro más delirante: el patriotismo. Pero nación también es parte del hermoso título de una de las mejores películas de nuestra historia. La “otra mejor” sería, a mi entender, Dependencia sexual.
ÑANCAHUAZU.– Me viene, así de pronto, el libro de Rodríguez Ostria, Sin tiempo para las palabras, Teoponte: la otra guerrilla guevarista en Bolivia. En el fondo, soy una ridícula romántica, respondiendo tontería y media, como diría mi madre y buscando los nombres exactos de mis recuerdos en Google.
ORILLAR.– Caminar por la orilla del mundo, empujar hacia… (Aunque al principio me vino la palabra desaguar, pero nada que ver).
POESÍA.– Una señora vieja que gusta del maltrato y del cuidado ajeno. Un plato lleno de azúcar, diría Gombrowicz. Virginia Ayllón nos daría vuelta la tortilla: ella reflexionaría sobre el silencio.
QUEER.– Mis tacones y su rancia espiritualidad. Lo grotesco de mi cuerpo tratando de habitar espacios diminutos. Aquello abyecto que me permite soñar de otro modo. El otro júbilo que se hace añicos y que me obliga a caminar.
RABIA.– Una muy mala banda de punk. Pero me gustaba… Anarkotizados, Kimsacharani, Kharisiri, Hysteria, The Prestes, Pishico, Caja negra, Los vagabundos del espacio, Hell Blues, Ni olvido ni perdón… Estas y otras maravillas under/ground nos andan tejiendo las noches en esta ciudad.
SUDAKA.– El festival más súper-marica del país. Poesía y performance y fiesta. Una experiencia mundana y maravillosa que trató de repensar lo marica/lencha y su relación con el arte, pero también con la geo-política norte-sur, con la llamada colonialidad y con la lucha de clases (esto último, según yo), y que llevamos adelante con el gran poeta y activista Edgar Soliz.
TERRITORIO.– Resistencia. Hogar. Mi padre sembrando hortalizas en cualquier rinconcito de la casa. Mi madre inventando el mundo con sus manos. Quizás es también algo que se lleva adentro.
UNIVERSO.– La mezquindad de nuestros afanes. Moltmann y Sagan discutiendo juntos. Dos perros jugando sin motivo. El ritmo de Piedra de sol atizando nuestra propia cáscara de nuez.
VINO.– La única bebida que me provoca arcadas al final de una noche de juerga.
WATERLOO.– ¿La derrota de Napoleón? Siempre me cayeron mal los ingleses.
XENOFOBIA.– Se cura, como la homofobia y otras imbecilidades similares, en el contacto directo con el otro, con la otra. Al descubrir, en última instancia, la intrínseca humanidad de esa otredad. Otras cosas son más difíciles de sobrellevar, por ejemplo la aporofobia: el desprecio por lxs más pobres. La injusticia que esta relación evidencia en este mundo capitalista e imperialista y racista.. .Eso, solo se cura con la Revolución.
YOLANDA (Bedregal).– El nombre del premio que me permite, de alguna manera y entre otras cosas, escribir estas líneas y poder ser leída por ustedes. Es mi amplificadora personal. Me obliga, a la vez, a reflexionar lo azarosa que es la escena pública en cualquier lugar. Hay tanta gente maravillosa, tanta escritura de calidad en este territorio que cohabitamos y que no tiene la atención que se merece.
ZURDA.– Parte del nombre del fanzine que el Almatroste publicaba hasta hace un año. Fue nuestro intento de reflexionar teóricamente lo que estábamos viviendo. Pronto volveremos a ponerla en circulación, con algunas nuevas propuestas. Esto es, al menos, ligeramente emocionante, ¿no les parece?
César Antezana (La Paz, 1979), poeta, artista, teórico de la cultura.