¿Se puede ser solterona y reírse de eso? La sociedad machista ve con sospecha la soltería de una mujer “entrada en años”, y ese es el punto de partida. Las solteronas no son zombies.
En el diccionario se define “solterona” como una persona “entrada en años y que no se ha casado”. Y claro, eso de “entrada en años” ahora, sobre todo, es relativo. Mis papás, por ejemplo, cuando alguien de 65 años fallece, se ponen tristes y dicen “Qué pena, era tan joven…”, y yo me siento como bebé a mis 47 años.
Obviamente, todo depende de los contextos socioculturales, y en el nuestro, quizá a partir de los 35 ya se considera que una mujer está “entradita en años”, porque somos una sociedad machista, que imponemos ciertos patrones de conducta a las mujeres, y eso implica también asignar calificativos que no son lo mismo para los hombres. Entonces, si una mujer vive su sexualidad plenamente y con libertad, es una puta; el hombre que hace lo mismo es un ídolo. Y una mujer que por decisión propia o casualidad no se ha casado y está “entrada en años” es denominada solterona, con todos los prejuicios que carga ese adjetivo.
Entonces, si una mujer vive su sexualidad plenamente y con libertad, es una puta; el hombre que hace lo mismo es un ídolo.
Y lo que se puede tomar a broma, como algo jocoso en un grupo de amigos o familiar, porta una carga simbólica que cimienta el machismo y no nos permite evolucionar como sociedad. Graciela Tamayo va al encuentro de esa palabra, a priori ofensiva, para desmontarla, para contarnos sus experiencias y reírse de ellas, pero siempre poniendo el dedo en la llaga.
A medio camino entre el stand up y el monólogo, “3 noches sin dormir. El despertar de 1 soltera” es una comedia inteligente, que no busca el chiste facilón, sino que pretende, a través del humor, explorar conflictos personales que son comunes a gran parte de la población. La obra comienza dejando muy claro de qué va el asunto: “Buenas noches, ¿cómo están?, bienvenidos todos. Mi nombre es Chela y soy una solterona. No se asusten, no se vayan, no soy un zombie, no soy un vampiro, no soy de impuestos nacionales así que no les voy a robar el alma ni les voy a chupar la sangre hasta dejar sus cuerpos secos como charque; no, simplemente soy una solterona”.
Con la dirección de Toto Torres, Graciela narra las situaciones que enfrenta una solterona en Bolivia, cómicas porque se trata de una comedia, pero siempre dando un pasito más hacia la reflexión, ese dedo que escarba la herida en medio de la carcajada. Y el final es simplemente sobrecogedor.
Se trata de una comedia, pero siempre dando un pasito más hacia la reflexión, ese dedo que escarba la herida en medio de la carcajada.
Yo tuve la oportunidad de asistir a uno de los últimos ensayos; de hecho, es la primera vez que asisto aun ensayo de teatro. Es una experiencia distinta, porque se ve el proceso, la obra gruesa, por decirlo de algún, modo, y aún así Graciela se entrega por completo al personaje. Basta decir que para hacer fotos le pedimos que repitiera una escena, e incluso para esa breve repetición, Graciela dio todo de sí y nos volvió a conmover mientras la retratábamos de todo ángulo.
Creo que conforman una gran parcería, Tamayo-Torres, y nos invitan a pasar un poco más de una hora de risa y reflexión en el Teatro de Cámara del 9 al 12 de septiembre. Yo volveré, porque, en estos tiempos, la risa es urgente y necesaria.