A George W. Bush le dijo que si el café que acababa de servirle no lo dejaba dormir, la llamara. A Barack Obama le sirvió todos los panqueques que quiso, sin permiso de nadie. ¿Quién es esta beniana y cómo llegó hasta la Casa Blanca?
Finalista del Premio Nacional de Crónica Bartolomé Arzáns de Orsúa y Vela
Nelly abre la blanca puerta. Da un paso inseguro, revisa a ambos lados para ver si hay alguien. Da un segundo paso y observa el Obelisco. Han pasado 22 años y a la memoria le llega una imagen de ella misma, envuelta en lágrimas, tratando de encender una aspiradora. Da dos pasos más, sale al balcón de la sala amarilla, se aferra a la fría y metálica baranda, y recuerda el ófrico sótano donde trabajó en Bolivia. Toma aire y grita: “¡Estoy en la Casa Blanca! ¡Yo era ilegal y hoy estoy aquí!”.
Casi de inmediato es jalada adentro del salón oval amarillo. Su compañero de trabajo le dice que hay francotiradores y que no se puede salir sin una autorización.
Nelly, sin borrar su amplia sonrisa, vuelve con su charola a servir a los invitados del presidente.
Existen tres tipos de montaje básico: a la carta, doble y a la gala; cada uno de ellos es un ritual. Primero se debe preparar la mesa y, para ello, se debe colocar el bajo mantel o muletón, que hace que el mantel no resbale, reduce el ruido durante el servicio de la mesa y protege la superficie de las comidas calientes. Cuando Nelly prepara la mesa, siempre lo hace en un giro que va en sentido contrario al de las manecillas del reloj.
La segunda ola de migración boliviana al país del norte se dio durante los años 70 y se extendió hasta los años 90. Durante los primeros años del nuevo milenio, la emigración boliviana se volcó hacia España, Italia y Brasil. El sueño de mejores días, el “sueño americano” o el “sueño europeo”, fueron el motor que llevó a mujeres y hombres a renunciar a sus familias, ciudades, y costumbres. Los motivos en todos los casos, de los 272 millones de migrantes por año en el mundo, son siempre únicos; sin embargo, es imposible desvincular la historia política, económica y social de los procesos migratorios.
Nelly no viajó al encuentro del “sueño americano” o por las condiciones económicas adversas, ni porque fuera parte de la resistencia al gobierno de Banzer. Sus motivos fueron otros.
José Luis, su marido, había perdido una considerable cantidad de rosetas para vehículos, en el lugar donde trabajaba. Al verse acusado de robo, gestionó una salida hasta Nueva York dejando a Nelly, a su hijo mayor y a su recién nacido tercer hijo, solos en Bolivia. A partir de ese momento, lo único que estaba en la cabeza de Nelly era ahorrar todo el dinero posible para poder acompañar a su esposo en el país del norte.
Un día, Nelly se acercó a su jefe, el ingeniero Hennings, para explicarle su situación y le comunicó que no podía seguir en Bolivia, le rogó que la disculpe y le anunció su renuncia. Minutos después él la llamó y le pidió que tomara apuntes para un último memorándum:
–Anote, Nelly, por favor: “Felicidad para cuatro”.
–¿Felicidad para cuatro?
–Sí, por favor, anote.
Nelly, mientras tomaba las notas respectivas para hacer el memorándum, hacía cálculos mentales de cuánto dinero le faltaba para pagar los pasajes de avión y el trámite de las visas.
Luego de haber transcrito el documento, ingresó en la oficina de Hennings. Su jefe tomó el memorándum y lo introdujo en un sobre junto a 2000 dólares.
–Felicidad para cuatro, usted, su esposo y sus dos hijos.
Le dijo Hennings.
Nelly partió hacia los Estados Unidos de Norteamérica en un avión que la trasladó 6201 kilómetros, desde la capital política de Bolivia hasta la capital del país más poderoso del mundo. Su primer viaje en avión, ese año 1953, la había trasladado a menos de 600 kilómetros. Su segundo viaje recorrería diez veces esa distancia y cabía la esperanza de que resultase diez veces mejor.
Luego de acomodar la mesa y de cerciorarse que haya un espacio mayor a los 60 centímetros entre comensales, se deberá empezar a colocar los platos. El plato base o principal se colocará primero y estará en el eje del espacio marcado por la silla, a 2 centímetros del borde de la mesa. El plato auxiliar o panero se deberá colocar al lado izquierdo del plato principal, a 7 centímetros del borde de la mesa.
“Los derechos de las mujeres son derechos humanos, dijo Hillary Clinton. Movida por su experiencia de reivindicación de los derechos de la mujer, la Primera Dama, durante su permanencia en la Casa Blanca, decidió romper las tradiciones machistas de la administración de este centenario edificio. Tal vez por eso, en 1999 Nelly fue asignada a trabajar en una de las recepciones en la casa de gobierno norteamericana.
Nelly llegó puntual. Presentó sus documentos. Revisaron si estaba en la lista del personal de apoyo a los mayordomos y verificaron que no tuviera ningún cargo penal reciente y la dejaron pasar. Era su primera vez en la Casa Blanca y no sabía ni dónde debía ir. Dejó sus pertenencias en el vestuario y se puso el uniforme.
Entró en la cocina y con su típica pronunciación de inglés latino dijo: “Excuse I’m Nelly. I’m schedule to work today here”.
Todos la miraron sin entender qué hacía allí. La vieron vestida de mesera y entendieron que su trabajo no estaba vinculado a la preparación de alimentos. El chef principal le dijo en inglés:
–Entonces, vaya a trabajar donde tiene que trabajar.
Nelly le respondió:
–No sé cómo llegar allá.
El chef, con mucha indiferencia, le mostró la puerta del elevador de servicio. Nelly pensó: “El destino te lleva donde te tiene que llevar”, y subió al elevador. Recordó la primera vez que se perdió en las calles del distrito de Columbia.
Washington D.C. parece un gran laberinto de calles y direcciones. Caminar en esa metrópolis es saber que eventualmente uno se sentirá perdido y desorientado. Sin embargo, y aunque parecería que su disposición es resultado del azar, en su diseño lo último que primó fue la suerte. Nelly ha caminado por esas calles durante 43 años, muchos de ellos con ciudadanía válida y muchos otros con una profunda sensación de persecución.
Esta metrópolis fue inicialmente pensada por Pierre Charles L’Enfant, un arquitecto francés formado en arquitectura e ingeniería, que se vinculó con la causa revolucionaria norteamericana y que, como muchos otros franceses, llegó al continente para luchar en la guerra de la independencia del país del norte.
La ciudad toma como eje principal al Capitolio, lugar donde se alojan las cámaras del Congreso, y por lo tanto, el lugar geográfico donde nace la democracia en Estados Unidos. A partir de este punto las calles van en dirección norte-sur y este-oeste. L’Enfant además decidió usar la proporción áurea, la forma de la mandrágora y el pentágono inscrito en círculos, entre otros elementos, para determinar la ubicación de la Corte Suprema, la Alcaldía de la ciudad, las cortes distritales, el monumento a Washington, el monumento a Jefferson y, obviamente, la Casa Blanca.
Lastimosamente L’Enfant fue un genio incomprendido, y aunque la disposición de la ciudad donde está la cabeza del Estado más poderoso del mundo y donde este multifacético francés trató de representar la reconciliación entre el cielo y la tierra, la espiritualidad y la democracia en su diseño geométrico, esto no se aplicó a la vida del arquitecto graduado del Louvre quien murió pobre y olvidado.
Las historias de los migrantes en los Estados Unidos de Norteamérica no siempre son así, pero casi todas nos recuerdan que, ya sea al principio o al final, las pruebas más difíciles están a tan solo un brazo de distancia.
Recién llegada de Bolivia, Nelly consiguió trabajo haciendo la limpieza en un edificio de oficinas. Su primer día laboral entró en uno de los estudios de diseño arquitectónico empujando el carro de servicio. Se encontró con la mirada casi indiferente de un grupo de arquitectos. La exsecretaria de la segunda gerencia de YPFB sentía que sus manos temblaban; sin embargo, nunca sus miedos o inseguridades la habían detenido. Empezó limpiando los escritorios y las mesas de dibujo. Mientras pasaba el paño húmedo, recordó con nostalgia su exoficina en Bolivia. Recogió luego los papeles que habían sido arrojados al basurero, pero que no habían llegado a su destino, y como un flash le vino el recuerdo de su madre. Seguramente a esa hora Luisa estaría preparando la sopa de pollo que comían todas las noches. Luego Nelly limpió el baño y cuando se sacó los guantes, en su mente encalló la pregunta: “¿Qué hago aquí?”.
Salió rápido del baño, tomó esa aspiradora que tantas veces había visto utilizar a las asistentes de limpieza e intentó encenderla. Al principio trató de actuar como que sabía hacerlo, pero luego de un par de minutos y mientras un mar de lágrimas rodaban por sus mejillas, simplemente optó por guardar la aspiradora y los productos de limpieza. En ese momento sus ojos inundados de tristeza ya no le dejaban ver al grupo de arquitectos que la miraban estupefactos. Salió corriendo de la oficina.
Al día siguiente y luego de haber averiguado cómo encender la aspiradora, regresó a la oficina de los arquitectos. En cuanto entró, quedó deslumbrada. Todo estaba limpio y los arquitectos estaban terminando de aspirar los pisos.
Al ponerse en la mesa los cubiertos se deben tomar siempre de la parte más delgada de la pieza. Al lado izquierdo del plato principal irá primero el tenedor de mesa y, a su respectivo lado izquierdo, el tenedor de ensalada. El cuchillo de mesa estará colocado al lado derecho y con el filo mirando hacia el plato; a su lado derecho deberá estar el cuchillo de ensalada. La cucharilla del postre estará en la parte superior del plato principal. La distancia entre estos elementos será de medio centímetro y todos deberán estar perfectamente alineados.
La planificación urbana de L’Enfant fue aplicada en un gran porcentaje, pero el planteamiento del arquitecto franco-americano sobre la casa presidencial no fue tomado en cuenta. George Washington destituyó al L’Enfant del proyecto por supuestos desacatos y malentendidos.
El arquitecto, de origen irlandés, James Hoban, ganó el concurso que le permitió diseñar el palacio presidencial. La piedra fundamental del edificio fue colocada el 13 de octubre de 1792 y tardó ocho años en ser edificado. La piel de esta famosa casa fue construida usando bloques de arenisca cortados por albañiles escoceses y posteriormente erigida por esclavos africanos. El arquitecto de este proyecto, que hoy descansa en el Cementerio de Monte Olivet, murió con todo el reconocimiento social y político de esa época.
La capa nívea de revestimiento usada para cubrir la porosa superficie de los bloques de arenisca le dio el nombre de “Casa Blanca”. Actualmente la edificación tiene 132 habitaciones, 35 baños, seis niveles de residencia, 412 puertas, 147 ventanas, 28 chimeneas, ocho gradas y tres elevadores. Cuenta con una cancha de tenis, una de básquetbol, un área para jugar bolos, un cine-teatro y un bunker de resguardo.
Nelly subió en el ascensor de servicio de la Casa Blanca, por la cual han pasado hasta la fecha 44 familias presidenciales de los Estados Unidos de Norteamérica. Al abrirse la puerta, todos la miraron desconcertados. Se le acercó el “maître D’”, encargado de la administración del personal de atención de la Casa Blanca, y le preguntó:
–What is your name?
–Nelly…
–And where is your company’s supervisor?
Nelly no sabía dónde estaba el supervisor de su compañía ni quién había sido asignado como tal, así que de inmediato llamó al encargado de la empresa, un tipo aburrido que le dijo en inglés: “Ese no es problema tuyo, tú solo fuiste a trabajar, no te preocupes…”. El “maître D’”, al escuchar esa respuesta, dijo en inglés:
–Entonces, esta noche, tú serás la supervisora de tu empresa.
Nelly respondió:
Pero en esta compañía las mujeres nunca son supervisoras.
–Si yo digo que tú serás la supervisora esta noche, así se hará. Por favor, llama a todos los camareros de tu compañía.
El corazón de Nelly se disparó en un arrítmico latido. Llamó a todos los hombres de la compañía para la que trabajaba, y en un inglés que se entrecortaba por el nerviosismo y la inseguridad, les dijo: “Les guste o no, hoy yo soy la supervisora”. Empezó a anotar los nombres y apellidos de todos ellos y a darles instrucciones que recibieron con muy mala cara. Cuando todos se habían distribuido para realizar sus labores, se acercó una vez más el “maître D’” y le dijo:
–Felicidades, usted es la primera mujer mayordoma en la Casa Blanca.
Nelly simplemente respondió con una pregunta:
–Really?
La Casa Blanca cuenta con seis mayordomos a tiempo completo; sin embargo, cuando existe un evento requieren del apoyo de más personas. Durante 199 años el servicio durante las comidas y aperitivos fue realizado solo por hombres, que en su mayoría han sido y son de origen afroamericano. Ese día, Nelly Añez se constituyó en la primera mujer en trabajar como mayordoma en una cena en la Casa Blanca.
La copa de vino blanco irá en dirección de la punta del cuchillo. La copa de vino tinto y la de agua irán en diagonal a medio centímetro de la copa de vino blanco. La copa de champaña cerrará un diamante entre las cuatro copas. Las servilletas se deben colocar usando unas pinzas.
Nelly sólo tomó clases de inglés un par de meses en su vida. Pero su nivel en ese idioma no la ha detenido durante sus cuatro décadas de estadía en el país angloparlante, donde el 21% de los norteamericanos no es capaz de leer de manera funcional. En una ocasión, durante la visita de la reina Sofía de España, Nelly servía el café luego del almuerzo. Se acercó a la sexagenaria monarca y le preguntó en inglés: “Señora, ¿le gustaría una taza de café?”. La reina consorte ignoró la pregunta.
Ahora Nelly ríe mientras dice: “A mí me emplumó que no me conteste y le volví a insistir”, tal vez pensando que su inglés no había sido lo suficientemente claro. La réplica de la reina de España fue: “No, gracias”, respuesta con la que Nelly se fue tranquila a continuar su labor.
Las puertas de instituciones como la Casa Blanca no siempre se abren para los inmigrantes, peor aún para una comunidad tan pequeña como la boliviana en Estados Unidos. Los bolivianos representan tan solo el 0.2% de la población total del país del norte. Se estima que el 80% de los migrantes bolivianos está vinculado al rubro de la construcción, lo que irónicamente contrasta con que tan solo el 46% de ellos sea dueño de una vivienda.
Hoy en día y a sus 71 años, Nelly no es dueña de su casa, por lo que trabaja incesantemente para terminar de pagarla. Sin embargo, su trabajo la ha llevado a vivir situaciones que probablemente sean inimaginables para los miles de inmigrantes en Washington. Por ejemplo, aquella ocasión en que Nelly servía el café después de una de las cenas en la Casa Blanca, cuando se acercó al entonces presidente George W. Bush y le preguntó: “¿Quisiera usted una taza de café?”, a lo que el Presidente respondió:
–¿Es descafeinado o normal?
Nelly dudó, ya que no lo sabía, pero consciente de que en la noche solamente servían la opción descafeinada, dijo:
–Descafeinado.
George Bush había leído la inseguridad en la mirada de Nelly, así que le preguntó: “¿Está usted segura?” y ella le dijo: “Sí, señor Presidente”.
Aún incrédulo, él le preguntó: “¿Qué hago si luego no puedo dormir?”.
Nelly esbozó una sonrisa y respondió:
–Si no puede dormir, me llama, señor Presidente.
George W. Bush también esbozó una sonrisa y le dijo: “El Presidente no llama, usted llama al Presidente”.
Ambos rieron, y Nelly salió de la sala pensando que ese hubiera sido un gran momento para pedir el número telefónico del primer mandatario.
Las bebidas se deberán servir primero y por el lado derecho del comensal, y todos los platos de los convidados se deberán colocar sobre la mesa al mismo tiempo y por el lado izquierdo del mismo. No se servirá el segundo plato hasta que todos hayan terminado el primero y se les haya retirado el plato y los cubiertos. Se debe retirar todo antes de servir el postre.
No todos los migrantes son tan afortunados como Nelly. Ella ha podido interactuar con los últimos cuatro presidentes, y cuenta con la ciudadanía norteamericana desde hace más de 28 años. Aproximadamente 12.000.000 de personas son consideradas inmigrantes indocumentados y este número se incrementa en 70.000 personas por año. La adversidad y el éxito están constantemente siguiendo los pasos de aquellos que han decidido alcanzar el “sueño americano”.
Otra historia de éxito vinculada a la migración en los Estados Unidos es la del hijo del economista keniano Barak Obama que, con el mismo nombre de su padre, llegó a la Casa Blanca en 2008 convirtiéndose en el primer presidente afroamericano.
Nelly sirvió a Barak Obama y recuerda uno de sus primeros encuentros con él. Durante un desayuno, ella estaba a cargo de la mesa del buffet. El presidente Obama, fan declarado de los tradicionales panqueques de Pittsburg, le preguntó a Nelly si esos eran los panqueques del restaurante Pamela’s Diner. Ella le respondió que sí y le dijo: “¿Le gustaría que le sirva algunos?”.
Obama respondió afirmativamente y empezó a señalar a Nelly lo que quería de la larga barra del buffet del desayuno. Cuando Nelly terminó de servir, llevó los panqueques hasta la mesa y le ofreció al Presidente un café. Una vez más Obama respondió que sí.
Luego de haber servido el café y transcurridos algunos minutos, Nelly vio pasar a uno de los mayordomos de tiempo completo de la Casa Blanca. En sus manos el hombre llevaba un plato lleno de panqueques. El mayordomo quedó desconcertado al descubrir que el Presidente ya estaba por terminar de comer. Resulta que toda la comida es minuciosamente revisada por el personal del servicio secreto antes de ser servida al primer mandatario.
El mayordomo se acercó a Nelly y le preguntó: “¿Quién le sirvió esos panqueques?”. Ella se quedó callada. El mayordomo, aún más confundido, le dijo: “Lo raro es que el Presidente nunca toma café…”
Desbrazar la mesa es el proceso de retirar los platos y los cubiertos luego de que los comensales han terminado de comer. Normalmente el comensal dejará los cubiertos juntos y en dirección al centro de la mesa.
Desde el año 2009 la empresa Nelly’s Professional Staff provee personal para la atención de cócteles, fiestas privadas y cenas de gala. Uno de sus clientes más importantes es la Casa Blanca. Hoy Nelly y su personal cubren los eventos de esta prestigiosa vivienda presidencial todo el año, y hasta los “gringos” quieren trabajar para ella.
Los Estados Unidos de Norte América han acogido, en sus 237 años de independencia, inmigrantes de todas partes del mundo. Algunos han sido afortunados como James Hoban, el arquitecto irlandés que diseñó la Casa Blanca. También están quienes murieron tratando de alcanzar la felicidad, como Pierre Charles L’enfant, el planificador urbano que proyectó la ciudad de Washington. Y está Nelly Añez.
Nelly ha escrito su nombre en las anónimas y diamantinas piedras de la historia, y lo ha hecho como la primera mayordoma de la Casa Blanca. Tal vez su viaje no fue diez veces mejor, pero ahora su nieta le da varios besos en la frente, y en un español agringado le dice: “Para que te acuerdes de mí”.