domingo, 3 de febrero de 2019
Sergio Ballivián Zamorano
Mi primera vez en la selva fue a principios de 1979 cuando crucé los Andes en un camión hacia la cuenca superior del Amazonas y terminé en Caranavi, en esa época una aldea fronteriza de la selva. Más allá de las escarpadas montañas cubiertas por la selva se encuentra la cuenca amazónica, llena de ríos inexplorados de aguas bravas, animales salvajes y tribus indígenas. En 1982, después de ver una película de Jacques Cousteau sobre la exploración del río Amazonas, recorrí los caminos incaicos de Takesi, Choro y Quimsa Cruz que bajan hacia los Yungas. Después de esos viajes comencé a entender la interconectividad entre las zonas de vida. Mientras trabajaba en National Geographic (1991–1996), leí Back from the Tuichi, de Yossi Ghinsberg. Su dolorosa historia de supervivencia durante tres semanas, solo, en la selva boliviana en 1981, se convirtió en mi llamado a la aventura.
Fragmento del libro Madidi, un futuro incierto, de Sergio Ballivián Zamoran