Fotografía de archivo de la autora
Todas las mañanas mamá se preparaba para ir a trabajar y yo atesoraba esos momentos, que eran los únicos que teníamos para estar juntas. Amaba sus largas trenzas, su cabello negrísimo y sus bellísimas polleras que siempre combinaba con unas medias con talonera a lo James Bond. Sus blusas le quedaban divinamente en su delgada figura y su perfume Paloma Picasso, que de vez en cuando me dejaba usar.
Lo mejor de todo era cuando se maquillaba y yo contemplaba absorta la concentración y delicadeza con que lo hacía, como cuando trabajaba sus artesanías.
Allí, sentada frente a ella, yo le contaba que no quería tener hijos, que quería ser como los estudiosos del siglo XIX y que me preocupaba no ser lo que ella deseaba que fuera. Pero ella espantaba mis miedos diciendo que me apoyaría en lo que yo decidiera, que si quería irme a la luna, ella me compraría el pasaje. Yo la miraba y se veía tan linda que no tenía dudas de que ella era la mujer más hermosa del mundo.
Años después me di cuenta de que al arreglarse así, se estaba armando para enfrentar a una sociedad que la criticaba por representarla, por usar maquillaje y por enfrentar a los poderosos. Entonces me parecía más hermosa todavía.

Remedios Loza fue radialista y primera diputada nacional que vistió pollera, integrante y fundadora de Conciencia de Patria.